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Hace más de 15 años que tengo el privilegio de trabajar de la mano de Yolanda Ruiz Ceballos, una mujer sencilla, cálida y profundamente humana, quien eligió ser periodista y ejercer el oficio de manera responsable, seria y equilibrada bajo la ética más transparente que se pueda aplicar. De ella se aprende cada día y con ella se sabe que todo lo que produzcamos informativamente debe tener rigor, confrontación de fuentes y respeto por sus protagonistas, pues nuestra función no es juzgar ni condenar.

Que si queremos denunciar irregularidades, injusticias o delitos debemos sumergirnos en investigaciones serias, con información de todas las fuentes posibles y documentadas con la mayor cantidad de pruebas reales y sólidas que soporten cada publicación. Y que aún así, nuestra labor es informar, sacar a la luz pública para que las autoridades se encarguen de lo demás.

En su libro “En el filo de la navaja”, Yolanda recoge experiencias vividas a lo largo de más de 30 años de ejercicio profesional en las que conoció el miedo, el dolor, la incertidumbre  y la corrupción pero que le permitieron aprender a tomar decisiones, a forjar el carácter y convertirse en la primera mujer directora de grandes cadenas de radio, y principal referente de equilibrio informativo y ética periodística del país.

Cuenta cómo vivió desde el terreno de la reportería, episodios como el del avión que derribó Pablo Escobar en noviembre de 1989 y en el que se enfrentó a los rostros de la muerte absurda, la que sorprende, la que conmociona, al tiempo que habla de las otras muertes, las que van en solitario, las que abren la mente a la imaginación para tratar de encontrar qué había más allá, el porqué desnudo, desprovisto de antecedentes o prontuarios, el del ser humano como tal.

Dedica capítulos a otras experiencias igualmente fuertes como fue la entrevista, cuando apenas empezaba su carrera como periodista, al capo del narcotráfico en Colombia  Pablo Escobar y que solo fue publicada 25 años después. Pero también relata la indignación que sintió cuando un abogado  se le acercó y le ofreció un “sobre como agradecimiento” por el trabajo que había realizado al hacer pública determinada denuncia.

Habla de las redes sociales, de las noticias falsas, de la era de la posverdad y de todo lo que las nuevas tecnologías traen consigo. Cambios profundos en la forma de contar las noticias que amenazan con hacer de este oficio algo frívolo, irresponsable o al servicio, no de la sociedad sino de quienes pagan por publicidad en los medios de comunicación. Destaca el universo que nos abrió internet con solo un clic para beneficio de toda la humanidad, pero alerta sobre los peligros de lo que se conoce ya comúnmente como ‘la dictadura del clic’.

Anécdotas, amenazas, sin sabores, profundas decisiones de contenido editorial, momentos inolvidables como la transmisión de la liberación de secuestrados y encrucijadas antes de autorizar o no la publicación de informaciones que pudieran causar daño al país o al protagonista de una historia o sus familias y profundos dilemas éticos son contados en este libro que, sin duda, deberá servir de texto obligado en las aulas de comunicación social y periodismo, pero que igual serán punto de reflexión para el lector desprevenido que quiera conocer un poco más a fondo cómo es el mundo de los periodistas que deslumbran con sus voces en la radio, sus rostros en televisión o sus narraciones en artículos escritos.

Un libro que refleja en cada línea el deber ser de un buen periodista, del que está al servicio de la sociedad, humano como todos los demás, con convicciones profundas y una ética a toda prueba, entregado a su oficio y dispuesto a luchar siempre por la verdad.

Fuente

RCN Radio

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