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Colombia, que es uno de los países de América Latina que mejor está enfrentando la pandemia, comienza como el resto del mundo a pensar en cómo va a sobrevivir después de que el COVID-19 haya sido controlado. Si es que lo logramos, porque ya la Organización Mundial de la Salud previno que este virus llegó para quedarse y que tendremos que aprender a convivir con él.

El reto es total. Todo es nuevo, desconocido, incierto; pero hay que empezar a mirar con qué recursos contamos y de qué manera vamos a solucionar los miles de cambios en hábitos, en prácticas, en nuestro diario transcurrir a los que nos lanzó el coronavirus sin darnos tiempo a asimilarlo.

Pero me preocupa, y mucho, lo que va a pasar con los estudiantes. Todos los estudiantes, desde preescolar hasta pregrados, porque Colombia sencillamente no está ni medianamente preparada ni cuenta con la infraestructura necesaria para poder cubrir con responsabilidad y efectividad el tema de la educación en caso de que se tenga que seguir aplazando el regreso a clases presenciales de los educandos.

De hecho, ya son miles los padres de familia que están advirtiendo que no van a dejar volver a sus hijos al colegio cuando el gobierno lo autorice porque consideran que el riesgo de contagio para sus hijos es muy alto.

En un reciente informe que sobre el particular hicimos en RCN Radio, los padres expusieron razones como ésta: si los niños van en rutas particulares no se puede mantener el aislamiento físico mínimo que se requiere. Y si van en transporte público, mucho menos. Y otra más: ¿Cómo mantendrán el distanciamiento social en las aulas de clase donde en la mayoría de los casos reciben clases entre 30 y 40 alumnos?

Eso por hablar solo de dos razones que argumentan los padres de familia, y de estratos que les permiten tomar la decisión de no enviar a sus hijos al colegio y preferir que sigan haciéndolo desde casa en las clases virtuales a las que ya se acostumbraron pues llevan casi tres meses utilizando dicha vía.

Pero, ¿Y qué decir de los miles de estudiantes en todo el país que viven en zonas apartadas, que carecen de Internet que funcione o simplemente no tienen? ¿Y qué decir de aquellos estudiantes que ni siquiera tienen un computador que les permita acceder a la educación virtual?

Difícil, muy difícil la verdad. El país no tiene ni la tercera parte de capacidad y de infraestructura para llevar educación efectiva y de calidad a todos los estudiantes, y eso que solo estamos hablando aquí de la educación básica primaria y secundaria.

En cuanto a la educación superior, las de las universidades están un poco más habilitadas, adecuadas y preparadas para educar a distancia, aunque no todas. Primero, en nuestro país quienes acceden a una universidad privada son una mínima parte de los jóvenes que terminan su bachillerato y pueden ingresar a carreras de alto costo en universidades privadas, y si logran hacerlo aun cuando sus condiciones económicas no se los permite, van a encontrar obstáculos a la hora de recibir educación virtual.

Son muchos los municipios, pueblos, veredas y caseríos perdidos, literalmente, en la geografía colombiana. Una geografía agreste, indómita, donde es absolutamente imposible, al menos en la actualidad, llegar hasta allí con la infraestructura necesaria para que los estudiantes se puedan educar.

Y lo peor de todo es que el problema ya está encima. La pandemia nos cogió desprevenidos y sin tiempo para organizar el mundo como nos ha de tocar en adelante. Pero en materia de educación, también la situación es grave. No podemos retroceder en lo logrado con tanto esfuerzo para disminuir el analfabetismo. Hay que construir ya las autopistas del futuro, las gigantescas y rápidas vías de la Internet.

Así como a comienzos del Siglo XX se tuvo que pensar y proyectar las carreteras que nos intercomunicaran y permitieran el transporte de mercancías, de pasajeros y de alimentos, hoy toca proyectar y abrir las vías digitales que nos permiten sobrevivir en condiciones dignas después de la pandemia, qué digo después. En medio de la pandemia.

Que los gobierno destinen los recursos que sean necesarios. Que se fortalezcan los presupuestos de la ciencia y la tecnología y de la educación. Y que se nombren funcionarios idóneos, líderes de la educación, grandes pensadores que sepan hacia dónde conducir al país de manera rápida, efectiva y de alta calidad en materia educativa. ¡Porque ya no hay marcha atrás, ni tiempo qué perder!

Fuente

RCN Radio

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