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La comparecencia de los secuestrados y sus familiares ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) dentro del proceso de reconocimiento de responsabilidad en el secuestro, toma de rehenes y otras graves privaciones de la libertad que hicieron los antiguos integrantes del secretariado de las Farc, ha vuelto a remover las heridas y a recordar la infamia de este delito.

Luego que la JEP imputara los crímenes de guerra y lesa humanidad contra los siete miembros del secretariado, ha llegado el momento para escuchar a quienes sufrieron por años el horror de estar encadenados.

2.664 víctimas esperan que haya verdad y reconocimiento para sus casos, en vista que “fueron tratadas como objetos de intercambio, por dinero”, como lo señaló la magistrada Julieta Lemaitre.

Y como para poner más sal a las heridas del cuerpo y del alma, Lemaitre reitera que “esa condición  de darle valor a la gente a partir de la plata que se podía obtener de ellos, deshumanizó a las personas y facilitó que se cometieran tratos inhumanos” contra las víctimas y sus familias.

Y duele que esta dinámica se mantenga y que mientras centenares de familias han esperado largamente para que se sepa de los suyos y se haga justicia, esta práctica se mantenga por parte de distintos actores armados.

Baste recordar que el Comité Internacional de la Cruz Roja reporta que en lo corrido del año recuperaron su libertad 16 personas, en misiones humanitarias que se han realizado en distintas regiones del país.

El pasado 18 de septiembre, en una zona rural de Arauca, fueron liberados un sargento y un soldado del Ejército que se encontraban en poder del ELN y recientemente un ciudadano dominicano y un español que habían sido secuestrados en Medellín.

Las disidencias de las Farc mantienen en su poder hace más de cinco meses al teniente coronel, Pedro Enrique Pérez, secuestrado en Saravena; hace dos años  está secuestrado por el Eln en el Chocó el dirigente Tulio Mosquera Asprilla y hace más de un año en La Guajira, está en poder de desconocidos el profesor Eduardo Diazgranados.

Mientras un puñado de colombianos enfrenta la incertidumbre de no saber de los suyos secuestrados, otros por décadas se han empeñado en pedirle a las Farc que digan la verdad, que haya justicia y no repetición.

Y más allá de los reclamos legales, conmueven las expresiones que ponen en evidencia ese dolor lacerante que han cargado por años los secuestrados por las Farc y esos reclamos no escuchados por los victimarios.

Tras enfatizar que estar vivo es un milagro, Juan de Jesús Montañez recordó que para ser liberado pagó 150 millones de pesos, pese a lo cual la guerrilla le quitó 150 reses y le pegó un tiro en el brazo derecho.

“Poder levantar estas flores en la mano y estar hoy vivo, por ejemplo, es una bendición muy grande, debo darle gracias a Dios (…) sino estas flores mi familia hoy las hubiera puesto en la tumba”, dijo Juan de Jesús durante su comparecencia ante el organismo.

Marco Alirio Cortés fue secuestrado en diciembre de 1993 y su insistencia fue esta vez porque haya verdad en todo este proceso. “Si no apuntamos a escudriñar la verdad y que se sinceren no tenemos nada qué hacer. En esa construcción de verdad, el mejor amigo es el tiempo”, reiteró

Entre tanto, doña Martha Ochoa, víctima de secuestro extorsivo en su familia, celebró que se “haya reconocido el sufrimiento moral de las familias”, mientras que hizo pública su preocupación por la situación de los secuestrados desaparecidos.

Estoy aquí porque no olvido nunca a los amigos, vecinos, paisanos, colegas quienes de lo último que supimos es que estaban en poder de las Farc-EP”, expresó doña Martha. Mientras increpó a sus antiguos integrantes  para que cumplan diciendo la verdad y demuestren “que son merecedores de la generosidad con la que han sido tratados”.

"Iniciamos buscando unos padres: una mamá y un papá de 68 años. Transcurrieron los días, de eso llevamos 21 años y seis meses en espera de encontrar un par de esqueletos", dijo por su parte Héctor Angulo, hijo de la pareja de esposos Gerardo y Carmenza,  secuestrados en la Calera y asesinados en cautiverio.

Esta familia no ha cesado un minuto en la búsqueda de sus padres, hasta el punto que uno de los hermanos de Héctor acaba de visitar un lugar, otro lugar,  en donde presumiblemente están los restos de sus padres.

“No solamente queremos hacer parte de las estadísticas”, dijo Néstor López, a quien las Farc secuestró a su padre; mientras que  Edna Sánchez, hermana del teniente coronel Elkin Rivas, secuestrado en 1998 y asesinado durante un operativo de rescate en el 2011, lamentó que “durante los 14 años de cautiverio nosotros fuimos como el balón de juego, pues no se llegaba a un acuerdo lingüístico: Que acuerdo humanitario, no que canje, no que intercambio”.

Susy Abitbol, esposa del oficial de la Policía Edgar Yesid Duarte, secuestrado en 14 de octubre de 1998 en el Caquetá, reitera el dolor profundo que supuso esperar inútilmente durante 13 años un intercambio humanitario.

Y durante los próximos días seguirán compareciendo ante la JEP las víctimas de la guerrilla de las Farc para contar sus historias, para hacer catarsis, para volver a contar lo contado, para conmoverse de nuevo recordando la infamia, para decirlo de nuevo confiando en que algún día habrá justicia, confiando en que la verdad la tengan las víctimas y no los victimarios.

Fuente

RCN Radio

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