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La palabra bien dicha parece estar proscrita para siempre, lo mismo que la construcción de historias que definen el espíritu del hombre, su naturaleza, se esencia, sus amores.

Esa hostilidad característica de las redes ha dejado invisible, ojalá que no para siempre, los temas del espíritu y esa eterna disquisición sobre los asuntos que competen a los dilemas superiores.

En el programa Al Fin de semana indagamos al poeta Alejandro Acevedo sobre la pertinencia de la poesía en estos tiempos y en principio se sorprendió para reflexionar que “es una pregunta muy complicada, si le soy sincero”, según dijo.

Este joven escritor acaba de publicar su primer libro que tituló “Grieta de la tarde”  y reflexiona que es posible que la poesía ya no tenga la preponderancia que tuvo en otros tiempos, “porque actualmente lo que está en auge es lo inmediato y los libros del pensamiento no ocupan ahora un lugar importante, sino lo importante es Twitter o Tiktok”.

Y la reflexión triste y abrumadora es que hay tantas cosas circulando, en estos tiempos de política y de guerras, lo menos atractivo es la poesía.

Acevedo considera que como principiante de este oficio, “la poesía no es cuestión de tiempo, ni de contexto, ni de actualidad, ni de pasado ni de futuro”, para apoyar la eternidad de un ejercicio que no tiene su mejor momento por fuerza de las circunstancias.

Y para reiterar eso de las cosas inadvertidas relacionadas con la poesía, recordemos que el pasado sábado 21 de mayo se conmemoraron los 155 años del natalicio del poeta Julio Flórez, en una ceremonia realizada en el Parque que lleva su nombre en el municipio boyacense de Chiquinquirá.

Pluma de otros tiempos, romántico hasta el exceso y si nos atenemos a los conceptos de los expertos, más bien pos-romántico en la misma línea de Bécquer.

Bohemio por afición, como dice la ranchera, y liberal por convicción, Julio Flórez fue en su momento uno de los poetas más odiado y luego reconocido del país.

Al regreso de un exilio, no propiamente voluntario, fue exaltado como poeta nacional en los tiempos en que ponían coronas de laurel como premio.

Nació en Chiquinquirá un 22 de mayo de 1867  y murió en Usiacurí, Atlántico, un 7 de febrero de 1923. Se recuerda que la primera aparición pública del escritor fue a los 17 años durante los funerales del poeta Candelario Obeso, quien se suicidó en la capital colombiana.

Fue amigo de José Asunción Silva y declamó durante la ceremonia fúnebre una elegía que fue calificada de blasfémica por el obispo de Bogotá.

“El Divino Flórez” lo llamaba su amigo y admirador el maestro “Guillermo Valencia”.

Con un grupo de amigos creó en 1900 el movimiento conocido como “La Gruta Simbólica”, que fue un referente de la tertulia, el encuentro intelectual y de la bohemia en exceso, lo que causó la malquerencia de algunos sectores de la rancia sociedad bogotana y como no, de la iglesia católica.

El amor, el erotismo, la idealización de las relaciones, la analogía con los comportamientos animales, y el amor infinito por su mamá, fueron algunos de los temas preferidos de sus poesías.

Alguno de sus detractores decían que tantos poemas hechos a la mamá lo habían convertido en el mejor de los hijos, pero en un mal poeta.

Flórez nos recuerda esos viejos personajes de otros tiempos en los que a los alumnos los obligaban a aprenderse de memoria los poemas, cuando  todo era de memoria.

Protagonista de los talleres literarios y las izadas de bandera, Julio Flórez fue muy popular entre los jóvenes estudiantes que practicaban ese arte recitatorio y declamatorio, con un manejo tan particular de la voz y de las emociones.

Y en la memoria de muchos están  Las Gotas de Ajenjo: “Tú no sabes amar: ¿Acaso intentas darme calor con tu mirada triste? El amor nada vale sin tormentas, sin tempestades el amor no existe”.

O Mis flores negras de 1903: "Oye: bajo las ruinas de mis pasiones, en el fondo de ésta alma que ya no alegras, entre polvo de ensueños y de ilusiones brotan entumecidas mis flores negras”.

Todo nos llega tarde: "Todo nos llega tarde… ¡hasta la muerte!. Nunca se satisface ni alcanza la dulce posesión de una esperanza cuando el deseo acósanos más fuerte”.

Abstracción: “A veces melancólico me hundo en mi noche de escombros y miserias, y caigo en un silencio tan profundo que escucho hasta el latir de mis arterias”.

Cuando se conmemoraron los 100 años del nacimiento de Julio Flórez, el Colombiano de Medellín hizo una reseña que decía: “Se celebran los cien años del nacimiento del poeta boyacense Julio Flórez, caballero romántico, de aristocrática tristeza, elegante vestir, alma enamorada, corbata negra sujeta siempre con un prendedor de una gota de ajenjo, extravagante, blasfemo, bohemio”.

Aunque algunos digan que Flórez fue un poeta llorón y hasta falto de léxico, lo que es indiscutible  que es uno de los más populares de Colombia en todos los tiempos.

Pese a que actualmente la poesía no es atractiva y personajes como Flórez ya no se recuerdan, en todo caso esta sigue siendo “una especie de reconciliación, una especie de desahogo y de discernimiento sobre ciertos aspectos que inundan la realidad”, como lo señala el joven escritor Alejandro Acevedo.

Fuente

RCN Radio

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