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Todos los días hay un motivo para indignarse en las redes sociales o en la conversación de almuerzo familiar, de amigos o de trabajo. Y por esta época electoral está de moda lanzarle piedras a todos los que se mueven en la política. Siempre lo más fácil es culpar a los demás de todos nuestros males y cuando de políticos se trata, hay mucha historia y motivos de sobra para desconfiar. Pero como pertenezco a un gremio al que también le dan palo sin miramientos todos los días puedo decir que no hay nada peor a la hora de criticar que las generalizaciones. 

Ni todos los periodistas son unos vendidos enmermelados, ni todos los que piden su voto son mafiosos que llegan a robar. Existen de lo uno y de lo otro pero en parte se han hecho fuertes porque la ciudadanía que se dice decente permite que avancen con su indiferencia, con su apatía y abstención. Es fácil criticar, calumniar muchas veces, cuando se reenvía un mensaje sin verificar si es cierto o no, siempre que eso ayude a reafirmar los temores o los odios. Pocas veces el activismo del clic viene por las convicciones profundas o lo que nos mueve positivamente, lo viral es lo que indigna, lo que da rabia. Y en materia política indignarse es sencillo: se reenvía, se da clic en la carita de rabia, se le agrega una frase contundente y a lo que sigue en Twitter o en Facebook: el gatico juguetón, la “nena buena” mostrando todo, la foto de moda o de comida. 

Lo difícil, lo verdaderamente retador es ir más allá de la indignación. Algunos deciden hacerlo y honestamente se lanzan al tanque de tiburones que es la política y los demás ciudadanos, esos que se “indignan”, los dejan solos viendo cómo unos mafiosos con sus empresas electorales se los tragan y siguen reinando. El voto que usted no deposita en la urna es un voto en favor de los corruptos. El voto que usted no deposita en la urna es un voto en favor de los mafiosos. El voto que usted no deposita en la urna es un voto en favor de los que se roban la plata de la comida de los niños. El voto que usted no deposita en la urna es un voto en favor de la pobreza y el atraso. Sí que tienen claro los delincuentes el valor de cada voto y por eso tienen sus redes montadas para contar uno a uno sus adeptos y poder quedarse con nuestro país, el suyo, el mío. Pero muchos ciudadanos “indignados” ni siquiera se dan cuenta de que ayudan a perpetuar a esos personajes que les generan rabia y dolor por la vía de no acudir a las urnas.

Gracias a la indiferencia de millones de “indignados”, los que tienen armadas sus empresas electorales (lease criminales)  han usurpado la democracia que es de todos. Hoy quiero llamarlos a usar el poder que se tiene en un voto. Los invito a ir más allá de la indignación en las redes, los invito a tomarse el trabajo de votar a conciencia y con información. Invito a no vender el voto, a no negociarlo y sobre todo a no perderlo. La abstención es la gran aliada de la corrupción. Muchos que no acuden a las urnas creen que eso es un gesto de rebeldía. En realidad, abstenerse de votar es una decisión política en favor de los corruptos. Si no le gusta ningún candidato siempre está la opción de votar en blanco que es una manera de protestar, pero si se revisa con cuidado, en casi todas las tendencias ideológicas hay candidatos que merecen una oportunidad. En la derecha o en la izquierda, en el centro, en los creyentes o en los ateos. Siempre puede encontrar a alguien que pueda desde su orilla ideológica dar la batalla a los corruptos.

Si se queda en su casa reenviando textos y memes indignados no se sorprenda si los elegidos son los corruptos. Pero no olvide la próxima vez que se indigne de que también se debe indignar contra su apatía que ayudó a elegirlos. El poder del voto es inmenso si los ciudadanos de bien, sé que somos la mayoría, decidimos actuar y participar. ¡Indignados, a votar!

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