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Feria del libro de Bogotá
La Feria del libro de Bogotá
Colprensa

La feria del libro de Bogotá que acaba de pasar ha dado muchas pistas sobre a dónde se dirige el mercado del libro, y no necesariamente tiene que ver con el libro o solamente con él. Lo que se impone ahora son las llamadas experiencias, una palabra de marketing que se han inventado para vender lo mismo de siempre, pero con una puesta en escena que lo haga más atractivo y deseable.

Es igual a lo que ha venido ocurriendo desde hace un tiempo con los restaurantes. Ahora uno ya no sale a almorzar o a cenar sino a vivir una experiencia gastronómica. Por ejemplo, como en efecto ocurre en un lugar de Bogotá, a la entrada del sitio, a media luz y con velas, lo espera alguien con apariencia de monje budista que le echa un cuento mientras una música de la era de acuario se escucha al fondo.

Luego lo lleva hasta su mesa y una vez allí lo espera otro personaje que se ha aprendido una perorata de autoayuda -que ni él mismo se cree- para explicarle por qué comer ayuda al alma y revitaliza el espíritu. Y, finalmente, otro iniciado le trae un menú que básicamente contiene la misma comida, aunque con otro nombre fastuoso y estrambótico: reducción de salmoncillo a las finas hierbas de la Toscana sobre fina cama de cereal a temperatura media.

Lo que usted se come es el mismo pescado con arroz y ensalada, pero con una parafernalia que en otra circunstancia sería ridícula si no fuera cómica, con la ventaja, al final, de que la cuenta se vuelve inolvidable. Todo bajo el mismo manto de la reinvención, la palabra del momento, que enarbola aquel que enfrenta el reto de intentar algo original o desaparecer.

En la feria, para volver al comienzo, ahora se viven cientos de experiencias que conducen todas al mismo propósito, que no es otro que llevar al visitante hasta la caja para que facture varios ejemplares. Como el reto en este campo es conquistar nuevos lectores, o sea los niños y los jóvenes, lo mejor es crear salas audiovisuales, una especie de tik tok de la bibliotecología, en donde se puede encontrar a las estrellas de las redes sociales convertidas en escritores. Esa es la principal tabla de salvación de las editoriales.

Estos youtubers o influencers convertidos en escritores fueron los que más visitantes atrajeron a la feria y los que, en su conjunto, más libros vendieron, como ha venido ocurriendo desde hace varios años. Eso ya no se debate; el youtuber trae su propia audiencia, su propio público a cuestas y eso lo agradecen las editoriales pues se ahorran plata en promoción y mercadeo. El autor es su propia marca, más allá de si el libro es o no un buen  libro. Eso no importa, pues lo uno no tiene nada que ver con lo otro, así como Churchill no tuvo nada que ver con la literatura y aún así se ganó el premio Nobel.

Y la cosa no para ahí. Ya no basta con ir a la feria a ver youtubers o influencers: insisto, hay que vivir una experiencia. Los grandes pabellones de la feria ofrecían talleres, juegos, conferencias, música, restaurantes, videos, fiesta al aire libre. Los eventos se realizaron de manera simultánea en varias salas y en ocasiones era tanto el ruido que apenas las primeras filas podían escuchar lo que el autor o el presentador querían decir. La feria convertida en bazar, la experiencia primigenia.

Como se comentó en alguna de las charlas, en breve la inteligencia artificial hará su irrupción con toda en las ferias del libro. Los visitantes serán recibidos por robots que los conducirán a las salas en donde un escritor o autor (no son lo mismo) convertido en holograma dará una charla desde la sala de su casa en Sidney o Nueva York, mientras que las sillas se mueven y por los aires son lanzados los aromas boscosos de las tramas de novela sobre las que se habla en el texto.

En otra, no habrá autor sino un chat al estilo GPT que le contará la trama que usted quiera oír sobre cualquier tema de interés. ¿Quiere un libro para niños que lo atrape hasta el final? ¿Cómo lo quiere, corto o mediano, con final feliz o un poco más dramático? ¿Lo quiere escuchar, lo quiere vivir, lo quiere imprimir? Todo lo que la gente quiera la IA lo puede suministrar al instante.

Como una muestra de que es un escenario de la vida real, hay que echarle un vistazo a las constantes protestas de los escritores y guionistas asociados de Estados Unidos que están viendo como las tramas de las películas o de las series más exitosas son definidas por la inteligencia artificial, que va arrojando datos sobre qué personaje o escena son los más vistos y, en consecuencia, deben ser reforzados o ensalzados para mantener el interés del receptor. En últimas, eso es lo que significa en marketing la tan mentada experiencia: aquello que es capaz de captar la atención del cliente hasta llevarlo al punto de pago.

Las ferias de antaño, en consecuencia, dejaron de existir. Ahora son ferias audiovisuales, de tecnología y de inteligencia artificial, con experiencias memorables para los clientes-lectores, que le permitan llevarse uno, varios libros, a casa. Y si de paso se cuela por ahí uno que otro buen libro, uno que otro buen escritor, fantástico. Algo es algo.
Fuente

RCN Radio

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