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Me resisto a creer que en pleno Siglo XXI estemos hablando de una noticia tan aterradora como absurda, y que según las primeras investigaciones tendría como móvil de un crimen, una supuesta secta satánica.

Maximiliano apenas tenía 6 años y su nombre no se grabó tan rápidamente cuando fue reportada su desaparición en el municipio de Segovia (Antioquia), como sí lo fue hace pocas horas al conocerse que posiblemente fue víctima de un “enredo” con guacas y sectas de por medio.

Normalmente, cuando se aproxima cada año la fecha del 31 de octubre, que en la actualidad no pasa de ser una fecha más para el comercio y la imaginación de los niños, se habla de hechizos, aquelarres, brujería y satanismo.

Esto, además, se liga a las fiestas del 1 y el 2 de noviembre conocidas como el día de los muertos y el día de todos los santos, respectivamente. El Día de Todos los Santos es una solemnidad cristiana que tiene lugar el 1 de noviembre para las iglesias católicas de rito latino.

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No se debe confundir con la Conmemoración de los Fieles Difuntos, establecida el 2 de noviembre, cuando la Iglesia celebra una fiesta solemne por todos los muertos que, habiendo superado el purgatorio, se han santificado totalmente.

Dado el contexto, volvemos al tema de Maximiliano y la forma como, con el paso de los siglos, hemos llegado a ligar estas fechas con lo anotado aquí anteriormente y los cuentos e historias del más allá y la imaginación de los vivos.

Lo que parece inconcebible es que se siga creyendo en la palabra de los embaucadores y charlatanes que integran las sectas y “pescan” en río revuelto, la mayoría de las veces en aquellos que pasan por épocas difíciles, con problemas económicos o sentimentales o pérdida de seres queridos y que encuentran en tales personajes la fe y la confianza que necesitan, sin imaginar que ese camino solo los llevará más decididamente hacia el abismo.

Entregan lo mucho o lo poco que tienen a cambio de promesas y sueños que les aseguran van a tener, hasta que quedan peor de lo que estaban y en muchas ocasiones ya es imposible volver atrás.

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Algo así parece ser lo que ocurrió con Maximiliano, a quien su mamá reportó como desaparecido el pasado 21 de septiembre cuando salió a comprar unas arepas y nunca más volvió. Hoy, tanto ella como el padrastro del niño y cuatro personas más, se encuentran detenidos bajo sospecha de homicidio, al parecer por haber sometido al pequeño a un rito satánico.

Según los investigadores del caso, en los allanamientos a las viviendas de los capturados encontraron libros de esoterismo, magia negra, muñecos de vudú, velas y brebajes. También conocieron versiones de los vecinos de la casa del niño, quienes aseguran que allí hacían rituales o que tenían comportamientos extraños, además de que en distintas ocasiones percibían olores nauseabundos procedentes de la vivienda.

Lástima que esas versiones no se pusieron en conocimiento de las autoridades antes de la desaparición del niño, a manera preventiva y que hubieran tenido receptividad por parte de los organismos ante los cuales se hubieran puesto en evidencia las sospechas de que algo raro ocurría en ese sitio.

Y digo, que no solo denunciar a tiempo sino ser atendidas a tiempo, pues la mayoría de las veces las autoridades no actúan para prevenir o cuando lo que se denuncia son simplemente sospechas.

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Maximiliano no podrá volver, pero tal vez sirva su caso que ha dolido y conmovido a todos por igual, para lanzar alertas tempranas que prevengan, que eviten, que descubran y castiguen cuando todavía estén a tiempo y se salven vidas humanas.

Fuente

RCN Radio

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