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Si entendiéramos el fondo de lo que dijo el secretario general de la ONU Antonio Guterres, en su discurso previo a la cumbre de Acción Climática, hoy no se hablaría de otra cosa en el mundo y estaríamos haciendo planes y proyectos para tratar de frenar entre todos el
desastre anunciado del planeta
que ya comenzamos a vivir por el cambio climático. El secretario habló de un plazo perentorio: “Si no cambiamos la dirección de aquí a 2020, corremos el riesgo de cruzar el umbral en el que podemos evitar el cambio climático desbocado”.

Los dos años que vienen son cruciales para no pasar la barrera del no retorno. “Nos estamos acercando al borde del abismo” dijo el secretario de la ONU en un discurso emotivo y contundente sobre la urgencia de actuar para poder tener futuro.

El secretario general recordó que los científicos llevan décadas alertando sobre las consecuencias nefastas del cambio climático y aunque se han logrado pacto y acuerdos como el de París, ha faltado actuar con mayor contundencia y ambición. Pero los humanos,
arrogantes, como solemos ser, nos tapamos los ojos y los oídos y preferimos desconocer lo que la ciencia dice. Tenemos a la mano las opciones: reforestar, parar la tala, cambiar las energías contaminantes por energía renovables, cuidar los páramos… Pero hemos decidido dejar para después lo que se debe hacer hoy.

El discurso del secretario general se registró en la prensa del mundo pero no pasó de ahí. Una noticia más, una declaración más, un titular más. Como si nos estuviéramos hablando de la posibilidad inminente del colapso general del planeta. Su advertencia fue como una
botella lanzada al mar con un mensaje de auxilio y no sabemos si alguien la recibirá antes de que sea demasiado tarde. Seguro se convertirá en una pieza para los historiadores cuando tengan que reconstruir los momentos cruciales de la destrucción del planeta (Si
queda alguien para contarlo).

El secretario Guterres llamó a los líderes del mundo a actuar ya pero también a los empresarios para que tomen decisiones en sus juntas directivas. Le pidió a la sociedad civil, a los jóvenes, a las comunidades religiosas, a los grupos de medio ambiente, que salgan a
exigir a sus líderes acciones inmediatas.

La paradoja del cambio climático, la recordó el secretario en el discurso, es que son los países ricos los que más responsabilidad tienen en el cambio climático, pero son los países pobres los que más impacto reciben del mismo. Pero aquí no nos podemos equivocar porque en este barco vamos todos y al final, si se hunde por nuestra inacción, nos hundimos todos. Los climas extremos los estamos viviendo ya y no hay nación rica o pobre que no haya tenido una emergencia por olas de calor o de frío, por huracanes o tifones que se salen de los parámetros conocidos. Los últimos años han batido récords en nivel de temperatura promedio registrada.

Si entendiéramos que de verdad vamos caminando directo a ese abismo sin tomar la decisión de parar y no caernos, hoy no estaríamos hablando de otra cosa. Pero es más fácil ocultar la cabeza en la tierra y seguir con nuestras batallas mezquinas que mirar de frente el monumental problema que hemos creado como especie para actuar de una vez por todas.

Si no hay planeta para vivir todo lo demás es irrelevante. Dijo en su discurso el secretario de la ONU: “cada día que no actuamos es un día que estamos más cerca del destino que no queremos”.

Fuente

RCN Radio

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