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No es el minicuento más pequeño, pero podría decirse que si es el más recordado para muchos y se llama “El Dinosaurio” del escritor Augusto Monterroso, nacido en Honduras, nacionalizado guatemalteco y muerto en México.

 “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, dice ese corto texto del que se han escrito innumerables páginas.

Pero el de Monterroso no es en todo caso el más breve, por cuanto,” El emigrante” del mejicano Felipe Lomeli, describió con cuatro palabras un mundo susceptible de interpretar de mil maneras.

 “-¿Olvida usted algo?

-Ojalá.”

“El Dinosaurio es un microcuento con una macrobibliografía explicativa sobre lo que quiso decir o insinuar el desaparecido Monterroso.

Que es una alusión al PRI mexicano al que le decían el dinosauro, que es una alusión a la existencia, a la naturaleza del hombre, al paso inefable del tiempo.

Para otros la explicación es más sencilla: “El dinosaurio era un amigo gordo de Monterroso que se quedaba dormido en todos los lugares”.

Quien despertó, en que momento ocurrió o que simboliza, son algunos de los interrogantes que se hacen alrededor de este microrelato, microcuento, cuento bonsái, o como lo quieran llamar.

Este 21 de diciembre se ha conmemorado el centenario del nacimiento de Monterroso, definido por el escritor Manuel José Rincón como “uno de los grandes fabulistas y narradores de todos los tiempos”.

Su legado queda vivo y una muestra de ello es ese ejercicio de explicar el carácter de “El Dinosaurio” desde distintos puntos de vista, con lo que literariamente se llama la paráfrasis que se define textualmente “como una frase que expresa el mismo contenido con otra diferente estructura sintáctica.

Como pensando en estos tiempos la escritora quindiana Bibiana Bernal escribió: “Cuando despertó, el  coronosaurio todavía estaba allí”.

También Umberto Senegal hizo su propia versión del cuento de Monterroso: “Soñé que cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí. En realidad, cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí.”

Monterroso escribió en su prolífica carrera novelas, cuentos, poesía, ensayos, aunque su reconocimiento más grande viene de minicuentos como “El Dinosaurio” y otros como “El paraíso imperfecto”: “Es cierto -dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve”.

O este llamado “Historia fantástica”: “Contar la historia del día en que el fin del mundo se suspendió por mal tiempo.”

De su larga producción hay títulos como “Humorismo”, “La fe que mueve montañas” o “El espejo que no podía dormir” y que dice: “Había una vez un espejo de mano que cuando se quedaba solo y nadie se veía en él se sentía de lo peor, como que no existía, y quizá tenía razón; pero los otros espejos se burlaban de él, y cuando por las noches los guardaban en el mismo cajón del tocador dormían a pierna suelta satisfechos, ajenos a la preocupación del neurótico”.

Dicen que para Monterroso la famosa frase de Julio César “Vine, vi, vencí”, debió reducirse a “Vencí”.

Fuente

RCN Radio

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