Un alarde de eternidad
En esta coyuntura de tensiones entre Rusia y Ucrania, se vale hablar de literatura rusa y recordar al gran Fedor Dostoyevsky.
Según el calendario juliano, el gran escritor ruso Fedor Dostoyevsky murió un 28 de enero, pero según el calendario gregoriano, su muerte se produjo un 9 de febrero de 1881, hace exactamente 141 años.
Un verdadero alarde de eternidad que permite después de tanto tiempo hablar del carácter de su obra, de su nacimiento, de su muerte, de sus obras más conocidas como Crimen y Castigo y los hermanos Karamazov y de otras grandes como Humillados y ofendidos, Memorias del subsuelo, El idiota, Los demonios y El adolescente.
Su personalidad compleja podría parecerse a la de algunos de los personajes de sus obras, si se tienen cuenta que Crimen y Castigo es una novela psicológica que cuenta la historia de un exestudiante de derecho que decide probar si es un hombre extraordinario o no, según sus particulares teorías.
Dostoyevsky padeció ezquizofrenia y epilepsia y parte de su naturaleza compleja se fue construyendo a causa de un padre alcohólico y violento, que fue asesinado por sus colaboradores.
El inmortal escritor murió a los 59 años de edad en San Petersburgo, a causa de una hemorragia pulmonar y un ataque epiléptico.
El escritor Manuel José Rincón recordó a Dostoyevsky con una frase: “Hay infinitamente más en el interior, que lo que sale en palabras”.
Es que una buena parte de las frases consignadas en sus escritos, hablan de esa oscura y compleja condición de la naturaleza de hombre. “El hombre se complace en enumerar sus pesares, pero no enumera sus alegrías”, dice una de sus frases y otra advierte que “hay que querer hasta el extremo de alcanzar el fin; todo lo demás son insignificancias”.
Esos dilemas del espíritu, ese eterno cuestionarse sobre lo que hacemos y somos que también podría resumirse otras frases del escritor ruso frecuentemente citadas: “Vivir sin esperanzas es dejar de vivir” y “El secreto de la existencia no consiste solamente en vivir, sino en saber para qué se vive”.
Es considerado como el más importante exponente de la literatura realista de Rusia, se opuso abiertamente al régimen del Zar Nicolás y por ello fue condenado a muerte y luego indultado cuando estaba frente al pelotón de fusilamiento.
Ludópata empedernido, ganó y lo perdió todo en un momento, tal como lo documentó el diario el País de España, que en el año 2005 escribió que “El escritor ruso Fiódor Dostoievski descubrió en los balnearios europeos el placer de la ruleta. El juego le atrapó y con esta obsesión recorrió las ciudades termales preso de su adicción, un vicio que le llevó a la ruina y que él reflejó en su novela El jugador”.
En 1821, cuando tenía 24 años, escribió su primera novela que se llamó “Pobre Gente”, que tiene como protagonista a un empleado ruso del siglo 19 que afronta muchas dificultades a causa de su condición económica y social, pero en contraste muestra una gran riqueza espiritual.
Dostoyevsky reflejó las luces y las sombras de la condición humana desde su primera novela y describió minuciosa y largamente la Rusia de los zares.
Recordamos el momento de la muerte de Dostoievsky, cuatro meses después de la publicación en 1880 de su inmortal novela Los hermanos Karamazov.
Una de las frases de este libro es como para estos tiempos de tensión por la posibilidad de una guerra entre Rusia y Ucrania: “Aquí vamos a entendernos, el día que escuchemos el ruido del otro".
RCN Radio