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El ruido ensordecedor de la muerte deja la sensación de que todo ha terminado, pero abre también la posibilidad de transitar por esos caminos insondables en los que es posible hallar la inmortalidad o el olvido definitivo.

Continuar la tarea, que se siga mencionando su nombre e interpretando su música o contando sus historias, es algo que resume de manera vital que un sueño está vivo y que ha valido la pena entregarse a la causa.

Todavía está muy presente el recuerdo del último adiós para el director y arpista de Cimarrón, Carlos “Cuco” Rojas y su música sigue ese recorrido que podría parecer extraño, pues en este momento hace presencia en distintos festivales de Europa, en donde muchas veces se escuchaba más que en el propio país.

Aún permanece el eco de las cuerdas del arpa interpretada por los músicos amigos durante su velatorio en la capital colombiana y ya su grupo Cimarrón está adelantado una gira de invierno por el Reino Unido.

Era uno de los sueños de Carlos protagonizar ese diálogo del arpa llanera y la galesa de Catrin Finch, quien fue nombrada como la arpista oficial del príncipe de Gales en el año 2000.

La suya fue una lucha eterna en contra del paradigma que la llanera es una música estrictamente regional, para darle el espacio internacional  que alcanzó, por ejemplo, la canción Caballo Viejo del gran compositor venezolano Simón Díaz.

Cuando en Colombia “no los contrataban ni para tocar en un asadero”, Cimarrón llegó en 2004 por primera vez a los Grammy en la categoría de músicas del mundo con su álbum Sí Soy Llanero y en el 2019 lograron una nominación en la categoría de mejor álbum folclórico.

Carlos tuvo que abrirse camino primero en el exterior para luego obtener reconocimiento en el país, como ocurrió con artistas tan sonoros como Totó La Momposina, quien inició en la década de los 90 su periplo por distintos festivales de música en México y Europa.

Podría decirse que su reconocimiento en Colombia llegó luego que fue invitada por la fundación de Peter Gabriel para grabar en 1993 el álbum Candela Viva y en el 2002 nominada al Premio Grammy Latino en la categoría mejor álbum tropical tradicional por Gaitas y Tambores.

Cuco Rojas y su compañera de vida Ana Veydó llevaron su música a más de 38 países del mundo y el vigor del zapateo llanero y su vibrante puesta en escena se escuchó en escenarios como el Gran Teatro Nacional de China, el Festival Mawazine de Marruecos, el Rainforest World Music Festival de Malasia, la Sala Musashino Concert Hall de Japón, el Rajasthan World Music Festival de la India y el Kennedy Center de Washington, entre otros.

Pero curiosamente las oportunidades en Colombia eran muy pocas, tal vez porque ese sonido contemporáneo que integraba a la música llanera con el flamenco y hasta la electrónica,  a muchos les parecía que iba en contravía de lo establecido y de la tradición.

Primero se presentaron en Colombia al Parque y luego en los escenarios más importantes para la cultura en Bogotá como el Jorge Eliécer Gaitán y el Julio Mario Santodomingo, al tiempo que fue un motivo enorme de satisfacción compartir escenario con Carlos Vives en el reciente Aguinaldo Boyacense o tener un espacio en la popular Feria de Manizales.

Pero uno de los momentos más felices para el Cuco fue su presentación en junio del año pasado en el Festival Internacional de Joropo de Villavicencio.

Fue la primera y única vez que se presentó de manera formal en el más importante festival de la tierra que lo vio nacer y Rojas no pudo disimular la alegría de que sus paisanos conocieran su trabajo, después de presentarse por el mundo ante públicos que tenían su primer contacto con el joropo.

Como decía uno de sus amigos durante los actos fúnebres la capital, Rojas había conquistado el mundo con su música y tristemente murió cuando empezaba a conquistar el país.

El sonido de Cimarrón se sigue escuchando en la gira que actualmente realiza por Gales, Escocia e Inglaterra, aunque haga falta el arpa interpretada por Rojas y que resumía lo auténticamente llanero con su naturaleza, las faenas agrícolas y su gente.

El maestro ya no está, pero Cimarrón sigue la tarea como un homenaje a su legado y su memoria y acaba de ser nominado a los Songlines Music  Awards en Reino Unido como mejor grupo.

Queda para siempre el espíritu rebelde e innovador con el que renovó el joropo colombiano y que mantuvo desde que se presentó en 1982 ante la Reina de Suecia, durante la entrega del Premio Nobel de Literatura al escritor Gabriel García Márquez.

Carlos fue genuinamente libre para darle a la música llanera un aire contemporáneo y fue un revolucionario de esa música que tenía el aire de las historias de los esclavos rebeldes que buscaron su propio destino lejos de las cadenas.

Fuente

RCN Radio

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