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Wilfrido Vargas
Wilfrido Vargas.
AFP

Ya casi se cumplen cuarenta años de la aparición en el mundo musical de El jardinero, una de los merengues más populares y más bailados del gran artista dominicano Wilfrido Vargas. Cuatro décadas después, esta canción se sigue escuchando en discotecas y rumbeaderos del planeta, como lo constaté hace un par de años en Zagreb y Madrid.

El jardinero tiene una historia muy particular. Wilfrido Vargas escribió en una ocasión que en búsqueda de sonidos de Haití -país contiguo a República Dominicana, en una misma isla- terminó rindiendo homenaje a dos grupos que admiraba, Tabú Combo y DP Express, a los que calificó como una poderosa medicación contra la ansiedad y la depresión.

Embrujado por la música haitiana, Vargas se puso a estudiar el konpa dirék, al que algunos autores consideran como una evolución del meringue o merengue. 

"Un día me propuse un reto: tomar dos canciones de ambos grupos para fabricar una obra. Así como cuando mi mamá tomaba una agujeta con hilo y lograba hacer cosas increíblemente creativas. O, como un árbol de navidad lleno de colores, cristales, flores y todo tipo de cosas pintorescas. Una obra de fantasía, la cual titulé: “El Jardinero”, una especie de homenaje a estos dos grupos", escribió Vargas en Diario Libre.

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Tras componer la melodía con base en las canciones de esos dos grupos haitianos, Vargas añadió el rap que habría de inmortalizar Eddy Herrera y que de hecho lo catapultó como solista hasta nuestros días.

Con la idea ya en la cabeza, el genio dominicano seguía dándole vueltas al asunto y entendió que le faltaba algo fundamental: la voz, el intérprete adecuado para la canción que quería terminar de redondear. Fue así como durante una gira por Honduras, escuchó en Puerto Cortez un concierto que ofrecía un grupo local, que tenía como vocalista a alguien que cantaba como una mujer.

"Desde un lugar lejano del escenario, alcancé a escuchar una voz que sonaba femenina. Capturó tanto mi atención que dejé con la palabra en la boca a los que estaban conmigo y como un loco fui corriendo, por el centro de la multitud, a ver de cerca a esa muchacha que cantaba como los dioses. Según me fui acercando, se me iba poniendo la piel de gallina al percatarme que la muchacha tenía bigotes. Luego descubrí que era otro fenómeno. Algo fuera de este mundo. Alguien capaz de dominar un falsete con tanta perfección que era imposible diferenciarlo de una cantante soprano. Lo felicité y le pedí que me contara su vida", resaltó Wilfrido.

Pues ese cantante hondureño se llamaba Jorge Gómez, un verdadero prodigio que de inmediato se incorporó a la orquesta de Wilfrido Vargas y lo acompañó durante varios años hasta que, llevado por sus convicciones religiosas, decidió retirarse para dedicarse a su familia.

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Gómez vive desde hace más de treinta años en Nueva Orleans. Allí se radicó y se dedicó a labores de todo tipo, siendo la tapicería una de ellas, pero su voz continúa intacta y, de vez en cuando , ofrece pequeños conciertos para allegados o militantes de su congregación cristiana.

El jardinero, pues, no es cualquier canción. Es el resultado de un minucioso estudio que realizó Wilfrido Vargas, la combinación de sonidos y sabores de dos países hermanos. Al final, surgió una melodía pegajosa y festival que sigue vigente y seguramente lo seguirá siendo durante mucho tiempo.

Fuente

RCN Radio

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