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El profesor de Ciencias Políticas y autor de "Fixing Democracy", Javier Corrales escribió recientemente para The New York Times en Español que "Un gobierno extremista como el de Maduro prefiere la devastación económica a la recuperación porque la miseria destruye a la sociedad civil y, con ella, toda posibilidad de resistir la tiranía".

Hablaba, por supuesto, de los caminos tenebrosos de la dictadura venezolana. La teoría del profesor Corrales es que el desastre económico y humanitario sirve muy bien a los propósitos de Nicolás Maduro y de su régimen. La explicación es sencilla: si la economía está en problemas, la ciudadanía puede decidir el camino de la protesta. Pero cuando las condiciones de vida se deterioran hasta la más absoluta miseria, la gente tiene que gastar todas sus energías en sobrevivir, en no morirse de hambre. La otra opción, la única posible, es escapar, dejarlo todo y buscar una nueva vida en otro país.

Si este es el caso, si Maduro está empeñado en utilizar la miseria de su pueblo como arma letal, nada hace pensar que la situación económica venezolana mejorará en los próximos años. Lo que quiere el gobierno, entonces, no es ayudar a la gente, no es implementar medidas que puedan, efectivamente, mitigar el hambre que tienen los venezolanos, como demostró en su informe la FAO.

Hoy, comparado con el trienio 2010 - 2012, la tasa media de subalimentación es cuatro veces mayor en el país. Esto se suma a lo que ya sabemos de la inflación, la más alta del mundo, y una recesión que ha contraído la economía en cerca de un 50% desde el 2013.

Dicho esto, llegan las declaraciones del embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos. Unas horas después de presentar sus credenciales al presidente Donald Trump, el embajador dijo que sobre Venezuela “Ha habido voces que han apostado por una operación militar unilateral, pero pensamos que tiene que haber una respuesta colectiva a esta crisis. Pensamos y, déjeme ser muy claro en esto, que todas las opciones deben ser consideradas". El embajador, entonces, lo que afirma es que la posición diplomática colombiana no descarta nada, incluyendo una posible intervención militar.

Unas horas después, el presidente Iván Duque aclaró el pronunciamiento del embajador, recordando que su gobierno no tiene "un espíritu belicista, pero mantenemos siempre la firmeza para denunciar los atropellos que se presenten con la dictadura de Venezuela, atropellos que ha dejado una gran crisis humanitaria en el continente”.

Más allá de la evidente contradicción entre la declaración del presidente y la de su embajador, lo que sigue sobre la mesa es la conveniencia de considerar seriamente la opción militar en Venezuela.

¿Le ayuda a Maduro y a su represión? Todo parece indicar que sí, porque cada semana utiliza esas conspiraciones internacionales en su contra para aferrarse al poder y presentar a su país como el inminente escenario de una invasión violenta y sangrienta. Hace tres semanas el New York Times escribió un reportaje (Click aquí para leerlo) en el que afirmaba que oficiales de la administración Trump se habían reunido con un militar de alto rango venezolano para discutir un posible apoyo de la Casa Blanca a unos golpistas venezolanos. Al final, dicen, no se concretó el apoyo, pero sí hubo por lo menos tres reuniones.

Volviendo al principio: es claro que Maduro está interesado en el continuo desastre económico, en seguir usando el hambre como una herramienta política y de represión social. Hemos visto también que las presiones internacionales no sirven al pueblo venezolano, pero sí a las intenciones macabras de Maduro y de los suyos.

A eso se suma el apoyo interesado de los chinos, los turcos, los rusos y los iraníes al gobierno, países que han encontrado un negocio fabuloso en el barato petróleo venezolano y que de paso oxigena al régimen con préstamos y créditos.

¿Qué hacer? Tal y como están las cosas, los venezolanos -y el continente- seguirán padeciendo el desastre económico y humanitario. Si no sirve la presión internacional, si la vía de las urnas ha fracasado una y otra vez por los fraudes electorales, si los intentos de diálogo con la oposición no llevan a ninguna parte, ¿qué opción queda?

Fuente

RCN Radio

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