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La historia tras la icónica imagen del “Niño Guane”

César Olaya, marzo de 1992.





Recientemente se conoció la noticia del fallecimiento de un personaje conocido como “El último niño de Guane”, protagonista de una imagen que recuerda, de alguna manera, a aquella foto de la niña afgana que se hizo famosa en la revista National Geographic hace algunos años.

RCN Al fin de semana conversó con César Olaya, autor de la imagen del chico de Cabrera, Santander, que fue conocido como “El último niño de Guane”, para recordar los eventos que rodearon esta icónica imagen.

Olaya cuenta que esta fotografía fue tomada en Marzo de 1992, cuando el fotógrafo trabajaba para la oficina de prensa del municipio de Cabrera en Santander y durante un cubrimiento rutinario, vio a este niño al que retrató debido a su cautivadora belleza.

El fotógrafo decidió llamar a esta foto “El último niño Guane”, debido a que en la zona de Cabrera habitó la tribu indígena que lleva ese nombre y el muchacho del retrato tiene varias características físicas que lo podrían asociar con este grupo indígena.

Este retrato significó un premio para Olaya en octubre del 92 (año en que tomó la fotografía) y esto fue lo que le dio mayor reconocimiento a esta imagen que ha sido un ícono de la fotografía en el país y en la que su autor resalta que al ver los ojos de este chico, es como ver a un gato por la forma y el color que tienen.

Los últimos días del “niño de Guane” no fueron los mejores ya que falleció a los 40 años a causa de una cirrosis hepática con bastantes dificultades económicas que, de alguna manera no permitieron que pudiera acceder a un sistema de salud y además el consumo de guarapo aceleró la enfermedad que terminó por arrebatarle la vida.

Finalmente, Olaya cuenta que mucha gente lo ha recriminado por no haber hecho más por ese niño, pero el fotógrafo explica que la imagen buscaba generar reacciones de mucha gente, especialmente de quienes pueden ayudar de verdad; cuenta que en el periódico “La Vanguardia” en donde hicieron una colecta, pero el dinero recogido no sirvió para mejorar su calidad de vida sino para empeorar sus condiciones.