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Música para la infinita soledad del secuestro





Por Indalecio Castellanos

La música es siempre un estímulo para el espíritu y escuchar una canción nos pone inevitablemente en el escenario de los momentos más felices o tristes.

Esa sensación es más profunda e intensa para los secuestrados y sus familiares que se han acostumbrado a enviar mensajes a través de la radio acompañados de sus canciones favoritas.

Ocurrió durante la época en la que la guerrilla protagonizó secuestros masivos de dirigentes políticos, militares y policías y sigue pasando, porque en contravía de lo que muchos piensan, este delito sigue siendo un drama infame de la realidad de nuestro país.

En el caso más reciente de una liberación, para Ramón José Cabrales la canción “El tiempo”, interpretada por Silvestre Dangond, se convirtió en su tortura y su compañía.

La música que escuchaba en las emisoras del departamento del Cesar, le recordaba en cautiverio que “el tiempo se ha convertido en mi peor enemigo” y como una sentencia de muerte, escuchaba esa parte de la canción que repite insistente que “me está quitando las cosas queridas“.

Y el 'Moncho' pensó en algún momento que moriría en cautiverio y que este vallenato podría ser adoptado como su himno.

En otro momento de la dramática historia del secuestro en Colombia, los familiares de los secuestrados por las Farc enviaban a través del programa La Noche de la libertad mensajes cargados de afecto y esperanza y dedicaban las canciones del alma.

Cada familia escogía amorosamente la canción con la que pudiera decirle a su familiar secuestrado lo mucho que lo extrañaba y para darle el ánimo que muchas veces se perdió a la espera del regreso.

Clara Rojas escuchó la canción “Qué bonita que es la vida” de Jorge Celedón en el helicóptero que la traía de regreso a la libertad y se convirtió en su compañía siempre, con momentos emotivos como el protagonizado por su pequeño hijo que la invitaba a bailar al ritmo de este tema.

Una de las canciones preferidas del general Luis Mendieta en su largo cautiverio fue “Tu voz” de Celia Cruz, porque era una manera de conectarse con su esposa que cada ocho días le mandaba mensajes a través de la radio.

Ella le hablaba en la radio y el general repetía que su voz era “el  mágico vuelo que trae el consuelo a mi corazón”, como cantaba Celia.