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Una canción para enterrar a Lucho Garzón

El violín parece que hablara y la intensidad de la música va subiendo hasta el éxtasis, mientras que Lucho Garzón tararea con la actitud de quien sabe y disfruta de una canción sensual, para decir sin ningún asomo de duda: "con esa me entierran".

Lucho está sentado en la cabina de Nocturna RCN despojado del carácter de funcionario que se queja de “estar calentando silla” en el gabinete del Presidente Santos y hablando con pasión de música, parranda, de fútbol.

Esta noche me han dado dos noticias malas. Me toca hacer Nocturna porque Julián Parra está enfermo (la noticia mala es que Julián está enfermo) y que el invitado es Lucho Garzón. Alcanzo a pensar que "hablar de política con este man es un desperdicio, aunque hablar de salsa y de rumba puede ser un auténtico pecado".

Decido que no le diré doctor Garzón para que no lo confundan con el juez español y prefiero usar el Lucho, que es tan popular como el embolador que se hizo concejal de Bogotá.

No voy a hablar esta noche con el ministro consejero, sino con el hombre sencillo y divertido a quien el expresidente Uribe "escupe" el calificativo de cuentachistes verde.

Para empezar me hago el propósito de no tocar los temas sociales ni de la agenda del gobierno nacional y para no tener complejo de culpa, íntimamente me digo que no hay nada más social que la salsa y que la rumba.

Antes que se prenda el bombillo de "al aire", alcanzó a pensar que sería un auténtico desperdicio usar esta hora con Lucho para hablar del "termostato en la lengua de Santos, " de cómo Petro tiene carácter de administrador del edificio en lugar de ponerse de celador para atajar a todo el mundo" y del expresidente Uribe.

Pensé por un momento que la entrevista se había salido de madre cuando Lucho mira directamente a los ojos verdes de su dulce jefe de prensa mientras le dice " que en Colombia se hace inteligencia para todo", lo que resultó ser un reclamo público porque su funcionaria había estado conversado con el productor del programa sobre la música que le gusta.

Almendra de Alfredo de la Fe es su canción. Lucho advierte que es "una cosa hermosa de lattin jazz hecha a punta de violín", mientras prácticamente me ordena callar para repetir “óigalo”, “oiga” y luego una pausa larga para pedirme que escuche.

Así como alguna vez Jaime Garzón interpretó en el programa “Yo José Gabriel” la canción "Canela" de César Mora Quiero morirme de manera singular”, para convertirla sin querer en el himno largamente cantado para lamentar su desaparición, Lucho ha escogido el violín de Alfredito para repetir de nuevo “con esa me entierran”. Y el día esté lejano cómo decía Porfirio Barba Jacob en su poema Futuro.

Y cierra los ojos para narrar la canción, “el violín la lleva”, “el dedo lo que hace con la cuarta”, “ahí viene”, “voltea el violín y lo vuelve a voltear”.

A estas alturas de la entrevista no hay mucho que preguntar porque el danzón llena todos los espacios, mientras Garzón casi susurra “uno bailando no habla, ésta música me hace sentir piel, emoción, contacto, olor”.

Para no ser agoreros, digamos que literalmente Lucho se muere de la emoción con esta canción, aunque para él la muerte algunas veces haya sido una rumba y algunos entierros deliciosos.

A pesar del dolor, el de Joe Arroyo fue un entierrazo, los de Rafael Escalona y Alejo Durán una rumba y otra rumba el de Olimpo Cárdenas en el Apogeo en dónde estaban los emboladores, las prostitutas y yo. Estabamos todos los del gremio”, dice Lucho, mientras se lamenta de no haber asistido al funeral del director del Grupo Niche, Jairo Varela.

Pero ahora que hablamos de rumba, es obligatorio referirse a los salseaderos y a la noche y hacer memoria de El Escondite y La Girafa Roja, en dónde iba a bailar en la década de los 70 para encontrarse con las figuras de entonces del equipo Los Millonarios.

La nostalgia le puede para recordar que en El Escondite de la calle 23 en el centro de Bogotá, se empezó a vivir toda la rumba fuerte con Richie Ray, Boby Cruz, la Sonora Ponceña y después el Lattin Jazz. Aunque dice que los dueños de varios “rotos” como los llama, deberían pagarle regalías por toda la propaganda que les hace, insiste en que la mejor rumba se dio en los inicios de la década de los ochenta con Café y Libro, Goce Pagano y Quiebracanto.

Ahora el roto es Bembé, dice para referirse al sitio salsero de moda en Bogotá, el mismo en dónde Hernán Darío 'El Bolillo' Gómez tuvo un incidente que le costó la dirección del seleccionado nacional de fútbol.

Asegura que ya no hay cultura salsera y que las generaciones de ahora piensan que Héctor Lavoe es la marca de un carro”.

Mientras suena “La vuelta al Mundo” de Calle 13 y el parece volar repitiendo con René “no me regales más libros, porque no los leo, lo que he aprendido es porque lo veo”, Lucho aprovecha para decir que por cuenta de su “mamertismo” se perdió muchas músicas que ahora está reivindicando y aprovecha para contar que su evolución rítmica se ha dado siguiendo un poco las lógicas de las novias del izquierdista.

Lucho relata que “en los 70 la novia debía parecerse a Tania, la esposa del Ché Guevara, en una época en la tocaba bañarse con jabón de tierra porque usar FAB era burgués y bailar Hasta Siempre Comandante de Carlos Puebla. En los 80 cantabamos “Gracias a la Vida de Violeta Parra, mientras enterrábamos a nuestros amigos de la Unión Patriótica y se registraba la tragedia del Palacio de Justicia”.

Y prosigue contando que en los 90 la novia del izquierdista debía parecerse a la nicaragüense Gioconda Belli, porque la revolución venía de Centroamérica, mientras que ahora la rumba es dura e incluye reggaetón de Don Omar y puede terminar con la electrónica de David Guetta.

Las “labores de inteligencia” con su jefe de prensa parecen haber rendido sus frutos y Lucho disfruta Los Reyes del Mundo y de la Vuelta al Mundo de Calle 13, mientras en el ambiente quedan algunas frases expresadas durante la entrevista.

“La música depende del roto”, “el común denominador de la noche son las babas pues los que nos quieren nos dejan baboseados y los que no nos escupen” y un “borracho lo resuelve todo”. Nunca supe si en este punto se refería al escándalo de Bucaramanga en el que aparece enviando un obsceno mensaje a la presentadora de televisión Darcy Queen.

El hombre que opina que la mejor rumba es la de la madrugada porque se baila amacizadito y a esa hora ya no importa lo que digan en la oficina, hace una reflexión final para hablar de su trabajo en el gobierno con una frase que puede definir sus angustias como consejero en temas sociales. “El poder del escritorio es terrible”.

Al fondo sigue sonando Calle 13 . Dame la mano y vamos a darle la vuelta al mundo”, insiste el coro, mientras Lucho se despide.

Después de más de una hora de conversación se anima decir por primera vez mi nombre y entonces es cuando me dice, ”gracias Hildebrando”.

No le digo nada, aunque secretamente podría pensar en matarlo para ponerle de nuevo Almendra, la canción que ha escogido para su funeral. Aunque debo reconocer que el nombre no está tan mal, teniendo en cuenta que otros me han dicho Indio necio, Indialecio. Indolencio, Andalecio, etc.

Lucho se va y me queda sonando una de las tantas frases que dijo esta noche en la radio. Para armar arcas soy un duro, aunque meto unas bestias. Ya no pregunto más.