Así nace el agua en los páramos colombianos
Cuando se está en un páramo de inmediato hay una sensación de respeto por el trabajo 'milagroso' que hace al fabricar el agua.
Cada paso que damos dentro del páramo se piensa. Lo hacemos con mucho cuidado porque aunque el pasto absorbe parte de nuestras botas de caucho, vamos con cautela para no dañar ninguna cosa en este ecosistema.
Hace mucho frío. Casi no podemos hablar. Los dos campesinos que nos acompañan llevan ruanas. Nosotros erróneamente llevamos chaquetas.
Nos quedamos en silencio para escuchar el páramo y ver cómo trabaja.
La niebla lo cubre la mayoría del tiempo y esa niebla convertida en agua escurre lentamente por cada hoja, musgo, árbol, plantas y demás elementos que conforman el páramo de Pisba.
Esa agua que se fabrica de manera armónica va a parar finalmente a los riachuelos, quebradas y, en este caso, a grandes ríos como el Magdalena y el Orinoco.
Estar en el páramo de Pisba nos recuerda que somos una ínfima parte de un mundo que crea y da vida.
Por eso. bien dice un proverbio indio que: “sólo cuando el último árbol haya sido cortado, el último río haya sido secado, el último animal haya sido cazado, nos daremos cuenta de que el dinero no se puede comer”.
Por: Carolay Morales y Kelly Cabana