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Los rincones, los espacios y el pasado de la vivienda de Mijaíl Bulgákov.
Esta era su máquina de escribir. Lo que se encuentra en la que fue la vivienda del escritor Mijaíl Bulgákov es la historia de un hombre que luchaba permanentemente por defender su obra, en medio de un sistema político que lo controlaba todo.
RCN Radio

Una historia fantástica relata que en los años treinta del siglo pasado el Diablo cayó en Moscú, acompañado de otros demonios, y causó toda clase de fenómenos, cambios y desastres que dejaron perplejos a los habitantes de la ciudad. Lo hizo con la apariencia de un profesor que pronto gobernó las voluntades, entre ellas la de Margarita, la esposa del Maestro, un hombre recluido en un hospital siquiátrico.

El mismo relato comienza a amalgamarse con una nueva interpretación de la Biblia en la que aparece Jesucristo, por supuesto, pero que tiene a Poncio Pilatos como el héroe de la historia. Todo ocurre en medio del régimen de Stalin –una vez más, sí, Stalin-, y en un momento muy difícil para los artistas que no simpatizaban con el gobierno comunista o que simplemente querían transmitir sus verdades, pensamientos e ideas con toda libertad.

El resumen que he hecho es la reducción arbitraria y siempre incompleta e imprecisa de la novela más importante de Rusia en el siglo XX: El maestro y Margarita, que fue escrita por Mijaíl Bulgákov y publicada muchos años después, pues estuvo prohibida en su propio país, la Unión Soviética.

Es más, en la casa del autor se cuenta que hubo un primer manuscrito que, ante las amenazas e intimidaciones, fue quemado por el escritor en una triste ceremonia que llevó a cabo con su esposa. Pero tiempo después, como la había memorizado, la volvió a escribir. De allí salió la frase que acompaña el relato: “los manuscritos no arden”.

La obra ha sido interpretada de muchas maneras. Una de ellas ve en el libro una sátira demoledora: si Stalin, el todopoderoso, el único, el magnífico, es Dios, entonces es preferible ser el Diablo. Hasta ese punto llegaba la amargura, la desolación que acompañaba al régimen de este hombre que cometió toda suerte de crímenes y que influía, por su crueldad, en todos los ámbitos. Stalin y sus secuaces tenían la lista completa de los artistas afectos al régimen y los que le eran férreamente críticos. Estos últimos no sobrevivían.

Por eso, al visitar el piso 50 que ocupara en el barrio Bolshaia Sadovaia, en un sector bohemio –muy cerca, a doscientos metros encuentra uno el Teatro Moscú y el café Tchaikovski y, en la esquina, sobre una inmensa avenida, la estatua del poeta Vladimir Mayakovski—lo que se encuentra es la historia de un hombre que luchaba permanentemente por defender su obra en medio de un sistema político que lo controlaba todo.

De una manera curiosa y peligrosa, Bulgákov mantenía correspondencia con “El Padrecito” –Stalin—y le hacía preguntas y reflexiones que han servido para toda clase de interpretaciones: ¿buscaba el joven escritor jugar con el dictador? ¿O fue subyugado por este, mancillado, arrodillado? No se sabe bien qué ocurría de verdad, pero lo cierto es que el escritor anhelaba hacer sus relatos sin plantearse necesariamente el papel social de un artista y su trabajo al servicio de la Revolución bolchevique.

La casa, el edificio en donde se encuentra el lugar donde vivió este escritor, se considera un ejemplo de lo que fue el sistema soviético. Se llegaba a él luego de recorrer escaleras frías, de granito, cuyas paredes fueron pintadas con el paso del tiempo por decenas y decenas de admiradores que han convertido este punto en un sitio de peregrinación. Ya adentro, una de las grandes habitaciones de ese piso fue ocupada por Bulgákov y su pareja. Así se vivía en esos tiempos.

El museo como tal es muy precario. Pocas cosas aparecen del modo de vivir del autor. Se ven más  en la habitación en la que vivió, que queda a unos pasos de allí. Además, en la zona de los souvenirs no se encuentra ni un solo ejemplar de “El maestro y Margarita” en español, aunque sí en inglés y alemán, entre otros idiomas.

El argumento de la novela “El maestro y Margarita” sirvió de inspiración a la banda The Rolling Stones para una célebre canción: “Por favor, déjeme que me presente, soy un hombre de riquezas y buen gusto. Ando rodando desde muchos, muchos años. Y he robado el alma y la fe de muchos hombres. Estaba cerca de San Petersburgo, cuando vi que había llegado el cambio. Maté al zar y a sus ministros. Anastasia gritó en vano”, dice la letra de este que fuera uno de los éxitos musicales de la banda a finales de los años sesenta, Simpatía por el Diablo.

Igualmente, decenas de adaptaciones al teatro, al cine y a la televisión se han hecho a partir de la difícil y compleja obra de Mijaíl Bulgákov. Es más, parece mucho más factible que la obra pueda ser entendida por el teatro que por el cine. Pero vale la pena leerla, saborearla, imaginarla. Permite entender de otra manera el enigma del alma rusa.

Creo, al ver y sentir la energía que acompañaba la construcción de su obra en este lugar, en esos pasillos y habitaciones, que la grandeza de escritores rusos como León Tolstoi y Fedor Dostoyevski ha opacado la magnitud de la obra de este narrador monumental. Por eso, no sobra recordar estos datos generales: Mijaíl Bulgákov, autor de “El maestro y Margarita”.

Por Juan Manuel Ruiz, enviado especial a Rusia.

Fuente

RCN Radio

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