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Pañoleta usada por mujeres que, desde el exilio, buscan a sus familiares desaparecidos.
Esta es la pañoleta que utilizan mujeres que, desde el exilio, buscan a sus familiares desaparecidos en medio del conflicto armado en Colombia.
Jenny Angarita / RCN Radio

Tres mujeres ejemplifican el dolor que viven miles de familias que buscan a sus desparecidos en Colombia. Ellas lo hacen desde el exilio, a donde fueron obligadas a ir para defender sus vidas; hoy cuentan sus historias y el pánico que aún sienten al escuchar las motos o ver carros blindados, el dolor no se ha ido.

Desde el 6 de octubre del año 2000 Adriana Quintero perdió a su padre, desaparecido por el conflicto en Medellín (Antioquia).

“Este es un compromiso de vida; yo tengo nueve familiares detenidos desaparecidos. Quien emprendió esa búsqueda fue mi papá y él fue desaparecido en esa búsqueda; víctimas de la desaparición, revictimizadas en esa búsqueda y terminar desterradas del país”, afirmó. 

Recordó el último día que vio a su padre, el líder social Ángel José Quintero Mesa, quien era defensor de los derechos humanos en Medellín: “El 6 de octubre mi papá estuvo declarando en el proceso de los tres que habían desaparecido antes; hasta el último día, mi padre los buscó y denunció”.

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Luego de tantos años, aparecen presuntos responsables de esta tragedia. “En el caso de mi papá fue el Gaula de Medellín, en ese entonces estaba como comandante el coronel Mauricio Santoyo, quien hace poco volvió al país; en los otros casos sabemos que fueron miembros del instituciones del Estado”, contó.

Cuenta que a raíz de las amenazas tuvo que huir: “Si desde el territorio es difícil, en el exilio es mucho más (…) allí nos enfrentamos con las soledades, los dolores propios, las distancias para buscar y la tristeza de no encontrarlos”.

Advierte que pese a que han pasado cerca de 20 años, todavía no se sabe nada, de qué sucedió con su papá ni tampoco, han logrado recuperar el cadáver. “Todo sigue en la impunidad pero también yo, no he dejado de buscar”, señala.

Caso M-19

Eduardo Ávila Fonseca, desmovilizado del M- 19, desapareció el 20 de abril de 1993 en Bogotá. Un pacto eterno se convirtió en el motor de la búsqueda que emprendió su hermana, Gladys Fonseca.

“Dos días antes de desaparecerlo veíamos que había seguimiento en la casa en la que vivíamos; salió la canción donde hablaba de extrañar a alguien entonces yo le pregunté a mi hermano: ¿qué pasa si me desaparecen? – y él me contestó – si a usted la desaparecen yo muevo cielo y tierra para encontrarla y si a mí me sucede, la voy a hacer recorrer el mundo y cuando termine, me va a encontrar”.

Revivió el día que lo desaparecieron. Un hasta luego se convirtió en la despedida para la nunca iba a estar preparada. A Gladys su hermano le quedó debiendo el beso del adiós.

“A mi hermano lo vi ese 20 abril, unas horas antes; en la casa habían seguimientos, motos y carros blindados por la zona y él incluso nos dijo que teníamos que poner una alarma. Nos tomamos un chocolate y le dije acordáramos la hora de vernos para pagar la televisión por cable y él me contestó: Loquita creo que tendrá que pagarlo sola porque no sé si voy a llegar. Se despidió como lo hacía siempre, con un golpecito y un abrazo. Me quedó debiendo su beso de despedida (…)", relata.

Aunque encontró el cuerpo de su hermano, sigue buscando a los desaparecidos. “Yo lo hallé tiempo después pero esa situación de haberlo encontrado y de descubrir la forma en la que lo ultrajaron, torturaron y le arrebataron el derecho a la vida; me hizo comprometerme con las familias de los desaparecidos y aquí sigo, buscando”, afirmó.

Pese al dolor, tuvo que huir para salvar su vida: “Empezaron a llegar amenazas de muerte y tuve que irme y dejar todo. Ahí nació la búsqueda desde el exilio”.

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Buscar a un desaparecido es morir lentamente, en la mente se tejes posibles finales y todos conducen al desconcertante silencio y a la impotencia de no hallarlos

“Eso es algo que está ahí desde que nos levantamos hasta que nos acostamos; los símbolos cobran vida, el día del cumpleaños, las calles que recorrieron, los comentarios que hizo, el último que se despidió; todo se queda en el alma y eso impulsa a seguir buscando, aún sin saber dónde”, dijo Gladys.

Unión Patriótica

Luz Mery Forero Hernández sigue buscando a dos de sus hermanos. “Nosotros fuimos caso exterminio de la Unión Patriótica; mi hermano mayor Benedicto Forero Hernández lo desaparecieron en abril de 1986; el segundo fue Alcides Forero Hernández, el 9 de febrero de 1993”, recordó

Su familia padeció el haber pertenecido a la Unión Patriótica. Hay dolores que parecen no extinguirse, dice Luz Mery, quien aún no entiende por qué pensar diferente costó tanto. “Ahí tengo asesinados, desplazamientos, atentados, amenazas y persecuciones, todo porque fuimos de la Unión Patriótica”, dijo la mujer que afirmó seguir teniendo miedo. 

Ella sobrevivió pero tuvo que irse del país, “por ser de izquierda, por pensar diferente, de mi casa, de mi país; me han sacado por defender mis derechos como mujer”. El terror sigue vivo en Luz Mery, quien dice que aún tiene angustia, por sus familiares que se quedaron en Colombia.

“Tengo miedo al sonido de las motos, al estar en la calle desprotegida, a los carros blindados, me siento vulnerable, tengo pánico (…)”, dijo mientras entrelazaba las manos y temblaba al intentar hablar. 

Sin embargo, afirmó que busca que cese la violencia y el dolor de miles de familias, que tuvieron que padecer el conflicto; dijo que tiene esperanza en una Colombia en paz.

“Que no haya más guerra, que cese tanto río de sangre que hay en Colombia; que se encuentren a los desaparecidos. El dolor no es solo por mis familiares sino por todas las víctimas de desaparición forzada; aquí hay niños, adultos mayores, mujeres embarazadas, jóvenes, aquí están nuestros amores”, cuenta.

Actualmente son sesenta familias las que buscan desde el exilio a sus parientes desaparecidos forzosamente. La Unidad de Búsqueda de Personas Dadas como Desaparecidas, está siguiendo los rastros para encontrarlos.

Fuente

Sistema Integrado de Información

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