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Lugar donde se hacía Javier Ortega.
Lugar donde se hacía Javier Ortega, periodista asesinado a manos de disidencias de las Farc.
Foto: RCN Radio

Sobre el teclado del computador del asesinado reportero Javier Ortega reposan impávidas palomitas de origami, en cuyas alas de papel se llora su ausencia y se implora su regreso ya.

Desde el pasado 25 de marzo su escritorio permanece solo, la pantalla del ordenador sigue apagada y en el marco superior hay un letrero que reza: “Nuestro apoyo total, nadie se cansa".

El pocillo del café con el escudo del Barcelona de España está a un lado, tal como lo dejó su dueño, fanático del equipo de Cataluña.      

La sala de redacción del diario El Comercio está casi llena, pese a que es día festivo por el primero de mayo. Los colegas de Javier trabajan silenciosamente, nadie habla, la tristeza invade el recinto.

Giovanny Tipanluisa es el editor de la sección de Seguridad y Justicia del periódico, jefe inmediato de Javier. Lleva una camiseta blanca, estampada en negro con las caras del periodista, el fotógrafo Paúl Rivas y el conductor Efraín Segarra, ‘Segarrita’.                        

“Viajan el 25 de marzo al mediodía; yo recibo el último mensaje de Javier que me dice ‘estamos saliendo de Quito, chao nos vemos’ y yo le llamo y le digo: ‘Javi, haz lo que tú siempre has hecho, tú sabes donde entrar, donde no entrar, con quien hablar, con quien no hablar’. Esa fue la última vez que hablé con Javier y nunca más supe de él o del equipo, hasta que el lunes 26 de marzo cerca de las 10 de la noche me confirman el secuestro”, relata Tipanluisa.             

Cuenta que el equipo periodístico iba a San Lorenzo a relevar a otros compañeros con quienes adelantaban la cobertura de los atentados y ataques ocurridos en la provincia de Esmeraldas, donde habían muertos tres militares emboscados en Mataje, en la frontera norte con Colombia, en donde ya el periodista Javier Ortega había estado en 13 ocasiones desde el 2013.                 

El editor enfatiza que Javier no tenía instrucciones para pasar la frontera hacia Colombia ni mucho menos para entrevistar a algún individuo al margen de la ley, como alias Guacho, quien presuntamente secuestró y asesino a los comunicadores de El Comercio.

“Los equipos que trabajaban en la frontera hacían únicamente lo que se planificaba y sólo en el Ecuador yo llevaba trabajando con ellos seis años. Y se cumplía estrictamente la planificación y no se hacía absolutamente nada más, recalca Tipanluisa. 

Conoció a Javier hace seis años, cuando los dos empezaban de cero en el periódico.

“Primero trabajamos en crónica roja, cubríamos feminicidios, asesinatos y poco a poco fuimos creciendo en otros temas. En el 2017, le encargo a Javier la investigación de Odebrecht que terminó en noviembre de ese año con la sentencia al Vicepresidente de la República y a otras personas, relata Tipanluisa en tono nostálgico.

Agrega que “luego el 27 de enero, cuando se da el primer bombazo en San Lorenzo, empezamos a meternos en ese nuevo proceso y ahí se quedó Javier.

Dice que la pérdida de Javier y la incertidumbre por la suerte de los cuerpos de sus compañeros han sido situaciones muy complicadas para todos en el diario.

“Han sido unos días y noches muy difíciles, de vigilia, ahora esperando que nos devuelvan los cuerpos para poder despedirlos como ellos lo merecen y darles cristiana sepultura, contó Tipanluisa.                   

Mientras tanto, en la silenciosa sala de redacción del Diario El Comercio el computador de Javier seguirá apagado, la silla vacía, al igual que el pocillo para el café. 

 

Por: Jairo Tarazona

El vacío que dejó Javier Ortega en el diario El Comercio

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