Jeison Silva, el soldado al que una cuchara le salvó la vida en combate
En febrero de este año, este soldado profesional fue herido en combate por las disidencias de las Farc.
En medio de la selva boscosa de Rosario (Nariño), el soldado profesional Jeison Adid Silva Herrera, del Ejército Nacional, se preparaba para una misión de incursión que completaba seis días. Era febrero de 2022.
El objetivo era alias ‘Alán’, cabecilla de las disidencias de las Farc, quien había sido ubicado en un pequeño campamento junto a otros integrantes de este grupo residual.
Lea también: Los guardas del medio ambiente en Bogotá
Con la orden del coronel para proceder, Silva y su equipo efectuaron el golpe sorpresa sin saber que esa podría ser su cita con la muerte.
“A las 10:00 p.m. le avisamos al coronel que, después de seis días, habíamos ubicado el objetivo. Y sobre las 2:00 a.m. entramos en contacto, empezamos el combate. Comenzamos a maniobrar y yo recibí dos impactos de bala, uno en el fémur y otro a la altura del pecho. Nosotros usamos arnés y pechera, en la pechera yo llevaba seis proveedores, un radio, el GPS, una pistola y una cuchara”, relató el soldado.
Los disparos de las disidencias daban a tan solo centímetros de donde había quedado tendido. Los impactos de bala le destrozaron la pierna derecha y el calor en el pecho le anunciaron el peligro de esos minutos cruciales.
Su única reacción, dice él, fue rodar hacia el barranco para evadir los proyectiles.
“Yo no sentí nada, no me dolía nada. Pero luego vi que tenía la pierna partida en dos. Primero estaba calmado, pero cuando me toqué el orificio en el pecho, pensé en la muerte. Dije: ‘Hoy es el día’”, agrega Silva.
Le puede interesar: Sebastián Díaz, el joven que conquistó a Cristiano Ronaldo con una mochila wayuu
Antes de que se le nublara la mirada y se desmayara, avisó a su equipo que estaba herido. Sus siete compañeros, en medio del combate, lo llevaron hasta zona segura mientras le pedían que aguantara un poco más.
Entre tanto, a decenas de kilómetros y confiada en que su esposo estaba bien, varias llamadas y mensajes le anunciaron a Lucely Ramos que luego de siete años de servicio, Jeison no salió ileso de la operación.
Justo ese día llegó cansada de su turno como enfermera y apagó el celular, sin saber que al día siguiente ‘su mundo se vendría abajo’.
“Él me respondía mientras estaba en la operación y de un momento a otro se quedó sin señal, yo creí que estaba bien. Cuando prendí los datos, en WhatsApp tenía muchos mensajes y llamadas que decían que le llevara ropa porque estaba hospitalizo en Pasto, estaba herido. Mi reacción fue salir corriendo y cuando llegué, no fui capaz de decirle nada, estaba pálido y solo lo agarré de la mano. Yo lloraba a escondidas”, recuerda su esposa.
Lea más: Un museo para cumplir el sueño de volar
El soldado Jeison Silva, que antes de la operación había orado, sabe que los milagros existen. Pero jamás imaginó que una cuchara que había guardado en el bolsillo del pecho, le salvaría la vida.
“Cuando me desperté de nuevo y tuve sentido, vi que la pierna estaba inmovilizada, me habían operado. El equipo me llamó, incluido el coronel, me dijeron que tuviera moral y no me desmotivara porque estaba vivo. Me mostraron la cuchara y un proveedor, estaban perforados”, detalló el soldado.
La cuchara, como si fuese el más fuerte de los escudos, desvió la bala que iba directo al corazón del soldado, un corazón tan noble, que no conoce de rencores.
“Esto me sucedió haciendo lo que me gusta, nadie me obligó, no hay culpabilidad de nada. Yo sabía que había peligro, que en cualquier operación me podían herir o salir sin vida. Estoy vivo gracias a Dios”.
Jeison guarda la cuchara que tiene el orificio del impacto, mientras sueña con terminar su proceso de recuperación y regresar pronto a las filas del Ejército Nacional.
Sistema Integrado de Información
