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Feria de emprendedores en Ocaña, Norte de Santander.
Feria de emprendedores en Ocaña, Norte de Santander. Foto: RCN Radio.

A los 33 años, Jenny* no sabía leer ni escribir. En la región del Catatumbo, considerada una de las más violentas en Colombia, las personas como ella logran incluso creer que estudiar no es necesario. 

Cuando la conocimos, la primera impresión fue la de una mujer con mucho carisma, determinación e inteligencia, pero también con un encanto especial para comunicar. Literal, Jenny nos envolvió con su historia muy particular sobre cómo había pasado de ser una analfabeta a una “líder verraca (y) emprendedora”, como ya la tildan muchos en la región.  

Jenny hacía parte de una feria de emprendedores con unas quince personas más que habían llegado de diversas partes de los once municipios del Catatumbo a la plaza principal de Ocaña (Norte de Santander), ayudados por la Misión de Verificación de las Naciones Unidas que, a su vez, apalanca la implementación de los acuerdos de paz firmados entre la guerrilla de las Farc y el gobierno colombiano. 

Vendiendo manillas y pijamas que confeccionó con otras mujeres, Jenny nos contó que su cambio fue hace cuatro años, cuando  “gracias” a una pelea que tuvo con el profesor de sus hijos.

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“Un día, ese señor le pegó a uno de mis hijos y yo me fui al colegio a reclamarle”, recuerda al comentar también que llegó al salón de clases furiosa, golpeando un pupitre y “diciéndole al profesor hasta de qué se iba a morir”. 

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(Audio) Jenny y la historia de la líder en el Catatumbo que no sabía leer ni escribir

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Esa discusión, sin golpes pero violenta, la llevó a confrontarse hasta con ella misma. “Después de la pelea hubo una reunión y él me acusó de haberlo maltratado. Además, puso en duda mi criterio como mamá porque dijo que yo no estaba pendiente de mis hijos con las tareas. Ahí le dije: '¿Usted me preguntó a mí por qué no ayudo a mis hijos con las tareas? ¿Usted me preguntó a mí si yo sé leer y escribir?'". 

Y en ese instante, Jenny le confesó que no sabía. "'Si quiere yo le enseño', me dijo. Pero yo le contesté, '¡ábrase!, yo de usted no quiero nada'… Pero ese día me quedé con la duda". 

Después de esa pelea, Jenny empezó a tomar clases. Su hija mayor le ayudaba a entender lo que se le dificultaba y, a medida que iba aprendiendo, también se cuestionó sobre la vida de otras mujeres y sus hijos en el Catatumbo. 

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“Entonces eso es alimentar la guerra, porque si una mujer con 17 años que ya tiene dos hijos, no sabe ni leer ni escribir, ¿Qué le espera a ella? Y lo peor, ¿Qué le espera a sus hijos? Seguir en lo mismo porque, ¿Qué más?”. 

Y en lo mismo se refiere Jenny, a alimentar un conflicto que lleva más de 70 años entre guerrillas, grupos paramilitares y Ejército en esta región. Los grupos al margen de la ley, ven en el abandono del Estado “un caldo para seguir cocinando una guerra” a partir también de los cultivos de coca.  

*Jenny no es su nombre real. Por seguridad, nos pidió omitir su nombre y el lugar exacto donde vive en la región del Catatumbo.

Fuente

Sistema Integrado de Información

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