La ilusión de un país sin hambre

En 2017 el Banco de Alimentos de Bogotá entregó más de 14 mil toneladas de comida en su lucha contra el hambre.

Esta gigantesca bodega es el escenario en el que a diario llegan cantidades de víveres donados o comprados por la misma institución, que luego son seleccionados y repartidos entre diferentes fundaciones.

De acuerdo con el padre Daniel Saldarriaga, director de la entidad, “el Banco es un puente para unir a muchos que quieren servir, donde salvamos productos, hacemos una selección, clasificación y almacenamiento, y los hacemos llegar a organizaciones donde adicional a dar de comer, mejoren las condiciones de vida de una población vulnerable”.

Todos los productos que llegan al lugar, pasan por diferentes pasos que consisten en la donación o compra, la recepción del producto, la selección, la organización y la entrega para consumo.

Una de las operarias explica que, en el caso del tomate “se selecciona que no esté contaminado, que no tenga hongo y esté en perfecto estado”.

Sobre una mesa rectangular metálica los colaboradores revisan minuciosamente cada uno de los frutos y separan los verdes de los rojos. Aquellos que no son aptos para consumo se destinan a otros procesos como el del compostaje para aprovechar sus propiedades naturales.

Luego de este proceso los coordinadores cuentan los mercados y supervisan los que serán entregados.

En un día pueden alcanzar a haber 120 a 140 mercados listos, donde la mercancía que más rota es el pan en caja, la papa criolla, la leche, los yogures y el ponque.

Por su parte, las fundaciones llegan al lugar emocionadas con su camión. Allí, después de dar un aporte solidario del 10% equivalente al precio comercial, se van curtidos de provisiones.

“Llevamos 3 años y medio vinculados con el Banco y hoy cargamos verduras, lácteos, refrigerios, realmente está muy completo el paquete, nos encontramos muy agradecidos” cuenta la Fundación Grandes Transformadores.

Finalmente, todo este esfuerzo se ve reflejado en un plato que será servido a un comensal, el cual no hará parte de las cifras mundiales de personas subalimentadas, correspondientes a 821 millones.