Sexo por supervivencia, la tragedia detrás de migrantes y refugiados en Colombia
Dos de cada tres personas que se dedica a actividades sexuales pagas son migrantes venezolanos.
Se estima que en Colombia dos de cada tres personas que se dedica a actividades sexuales pagas son migrantes y refugiados venezolanos, la mayoría mujeres..
Un estudio realizado por la organización Aid for Aids indica que, en Colombia, la mayoría de las personas que se dedica a este tipo de oficio lo ejerce por necesidad y es catalogado como “sexo por supervivencia”.
La relación con el destino del ingreso indicado a la organización sin fines de lucro por la mayoría de los hombres y mujeres migrantes y refugiados que se dedican al “sexo por supervivencia”, los alimentos son el principal gasto, le sigue el alojamiento y en tercer lugar se ubica el envío de dinero a familiares.
Duylber Cuesta, un refugiado venezolano integrante de la comunidad LGBTIQ+ (lesbianas, gays, bisexuales, personas trans e intersexuales, además de personas queer) con 24 años de edad, en diálogo con RCN Radio precisó que llegó a Maicao desde su natal país con el fin de mejorar su calidad de vida, al igual que la de su madre y su abuela, a quienes sostiene económicamente.
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"Llegue hace 6 años aproximadamente. Tenía 18 años cuando la situación económica estaba empeorando en mi país. Como no podía conseguir empleo, quedé en una avenida en donde se trabaja en las noches", indicó.
Relató que labora en un bar de chicas transgénero, ubicado en una de las zonas de tolerancia de Maicao, en donde ha presenciado y ha sido víctima de todo tipo de agresiones.
"Las personas nos agredían, las motos nos tiraban botellas. También hay maltrato físico y psicológico", denunció.
Recuerda una de las historias más difíciles por las que ha pasado en medio del trabajo que ejerce actualmente, para brindar el sustento económico a su familia: "Una vez unos malandros (ladrones) nos persiguieron tirándonos piedras y me partieron la cabeza".
Duylber Cuesta precisó que gran parte de esta población migrante que se dedica a las actividades sexuales por necesidad, se considera un blanco de agresiones tanto sexuales como a nivel xenófobo, cuando se les discrimina por su nacionalidad.
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Un psicólogo e investigador criminal en el delito de trata de personas contactado por RCN Radio destacó que, “los migrantes son una población vulnerable que se convierte en un foco de oportunidad lucrativa para las redes criminales que delinquen con la explotación sexual y comercial de los venezolanos que llegan al país”.
Explicó que esta problemática está directamente asociada a la normalización del delito, teniendo en cuenta que, al presentar múltiples necesidades, deciden ignorar selectivamente las agresiones de las cuales son víctimas.
Quienes al no contar con el Permiso de Protección Temporal (PTP) evitan denunciar este tipo de casos por temor a ser deportados a Venezuela.
Por otro lado, la misma necesidad económica por la que pasa la población refugiada venezolana que ejerce “sexo por supervivencia” hace que permitan que se cometan agresiones en medio de su ejercicio comercial, dentro de las agresiones que se pueden presentar se encuentran los golpes, la agresión verbal, la violencia psicológica y las amenazas con armas.
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Jorge Luis Díaz, director regional de Desarrollo para América y el Caribe de Aid for Aids, destacó que “las personas están siendo víctimas de violencia sistematizada, que incluye violencia sexual en donde interviene agresión en medio del acto sexual”.
RCN Radio conoció de primera mano que estas personas están siendo víctimas de violencia sistematizada, teniendo en cuenta que en este tipo de escenarios se confrontan las divisiones del trabajo por identidad de género y estatus migratorio, que para la sociedad vigilante puede constituirse como un tabú.
Es de especial atención señalar que migrantes y refugiados están siendo explotados a nivel sexual en las zonas fronterizas y en grandes urbes, que no solamente incluye a mujeres y hombres heterosexuales sino también a personas LGBTIQ+, quienes, ante la falta de oportunidades labores y sociales, se ven obligados a ejercer el sexo por supervivencia, lo cual ha sido reconocido por la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.
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