Tierra bomba en Cartagena sigue sin agua potable y a punto de una emergencia sanitaria y de desnutrición
Los niños son los más afectados al no tener agua potable para tomar y para preparar alimentos.
Los habitantes de la isla de tierra bomba en la ciudad de Cartagena siguen pidiendo a gritos agua potable, un indicador que podría aumentar los casos de desnutrición especialmente en los menores de edad de esa población, quienes tienen dificultades para tomar agua y consumir alimentos en óptimas condiciones.
“En toda mi vida desde que nací y tengo 33 años, nunca hemos tenido agua en Tierra Bomba. Este es un problema que hemos tenido desde hace muchos años y hasta ahora nadie nos ha querido ayudar”, indicó Cleider de Ávila, un mototaxista quien reside en la isla.
Agregó que su principal tarea tan pronto se levanta de su cama es ir a buscar agua para su esposa e hijo. “Todos los días antes de irme a trabajar, salgo a buscar cuatro pimpinas de agua que es lo que utilizamos los tres en el día”, señaló.
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Por su parte, Yurley Gómez, madre de una niña de un año de edad, afirmó que viven en unas condiciones muy difíciles al no tener agua potable.
“No tenemos un acceso fácil al agua potable, teniendo en cuenta que esta es traída a la isla en un bongo, luego es llevada a una alberca y después un carro tanque donde la envasan en unas pimpinas o galones para luego venderla y así pueda llegar a nosotros. Sin embargo, luego de ese proceso se evidencia es que no nos llega de buena calidad”, manifestó.
La mujer destacó que “por más que nosotros hacemos el proceso de hervir el agua y luego la refrigeramos, no tenemos en su totalidad la calidad que se necesita para tomarla sin riesgo de enfermarnos, muestra de ello es que nuestros bebés se mantengan enfermos con diarrea, vómitos y hasta alergias en la piel, porque les salen granos y sarpullidos", sostuvo.
Según la comunidad de Bocachica, Caño del Oro y la vereda de Punta Arenas, que hacen parte de Tierra Bomba, "no habido poder humano ni divino" que les permita tener una gota de agua.
Las tutelas, acciones populares y hasta fallos de la Corte Constitucional, no han sido suficientes para tener los servicios de acueducto y alcantarillado.
“El tema del agua es cruel para nosotros porque una lata de agua que es una pimpina o galón no alcanza para una familia que tiene que tomar agua, bañarse, lavar los platos y demás no nos alcanza”, indicó Tami Silva, habitante de la zona.
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Dijo que en su familia están haciendo el sacrificio de comprar agua de tarro para darle de tomar a su bebé y evitar que este se enferme.
“Vemos que cada día son más los recursos que se gastan en agua, tenemos un promedio de más de 200 mil pesos mensuales que se gastan en agua y no nos alcanza, es por eso que muchas veces tenemos para el agua o tenemos para comer, pero para las dos cosas no nos alcanza”, afirmó.
Omar Gutiérrez, director de la Fundación Arca, señaló que la comunidad compra el agua más cara y no es de buena calidad.
“Actualmente una pimpina de agua está alrededor de 2.000 pesos, pero hay un recargo adicional por cada galón de la persona que te la lleva hasta la puerta de tu casa, porque aquí hay mujeres cabezas de hogar que les queda muy difícil cargarse cuatro pimpinas, que es lo que por lo regular cada familia gasta”, anunció.
Los habitantes de Tierra Bomba denunciaron que la situación es tan critica que no cuentan con ese líquido para sus necesidades básicas.
Dagoberto Medina, un nativo e historiador de la isla, señaló que “el agua se ha vuelto el negocio porque lo más caro que tenemos es el agua potable y muchos la han cogido para traerla y revenderla, pero tenemos que comprarla porque las personas la necesitan y nos toca comprarla”, sostuvo.
Confesó que el mar se ha convertido en el baño de muchas personas, debido a que no cuentan con agua para poder asearse.
Se estima que en la isla de Tierra Bomba habitan alrededor de 15 mil personas y quienes todos los días luchan por conseguir agua potable, esa que les han prometido por años candidatos y gobernantes, pero que nunca ha llegado.
Mientras tanto, siguen viviendo en difíciles condiciones en medio de enfermedades y solo esperan que sus oraciones sean escuchadas para ser testigos del día que llegue agua potable en esa población que no quiere morir de sed.
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