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La comunidad indígena Tuqueque Roncador, Vichada.
Diana Cabrera | RCN Radio

El Vichada es el departamento con más extensión de tierra que tiene Colombia. Allí está asentada la comunidad indígena Tuqueque Roncador, integrada por más de 24 familias, que luchan por mantenerse unidas conservando sus tradiciones en medio de sus necesidades.

El capitán y líder indígena Carlos Rodríguez señaló que su principal preocupación es ser desplazados de la tierra donde construyeron sus casas y plantaron sus cultivos.

Antes nosotros solo estábamos pidiendo el título de estas tierras para uno vivir mejor, porque no sabemos qué pasará cuando lleguen los dueños si nos saquen a las buenas o a las malas. Eso es lo que nos preocupa, porque aquí ya logramos construir las casas y estamos viviendo con nuestras familias”, indicó.

Agregó que también tienen muchas necesidades relacionadas con el agua potable, al tener que tomarla de los ríos y las quebradas que bañan la zona. “En verano toca traer el agua del caño porque no tenemos otra opción”, dijo.

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Comunidad Indígena en el Vichada.
Diana Cabrera

Resaltó que enfrentan problemas con la atención en salud porque no los tienen en cuenta en las campañas locales y nacionales por lo lejos que están ubicados.

“Se han realizado solo dos brigadas pero nada más, porque ni la ambulancia viene. La otra vez nos tocó llamar a una ambulancia porque una mujer estaba pariendo, pero como el conductor no sabía dónde quedaba la comunidad indígena, se perdió (...) nunca llegó”, señaló.

Pero llegar a esta comunidad indígena, que hace parte del municipio de Puerto Carreño, no es nada fácil.

“En cicla de aquí hasta el municipio de Puerto Carreño se tarda uno siete horas, pero en moto, el que tiene su vehículo (...) puede ser dos horas; en carro también dos horas y media porque se tiene que ser más prudentes para manejar por el estado de la vía”, explicó el líder indígena Andrés Correa.

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Las mujeres de la  comunidad indígena Tuqueque Roncador viven su propio calvario cuando necesitan de una atención en salud.

“Yo tuve a mi hijo ahí afuera, porque ya no podía. Llamamos la ambulancia pero no viene rapidito, porque puede tardar más de cuatro horas, pero también se embolatan en el camino y nunca llegan por lo que no tenemos tiempo de llegar a pie hasta el centro de salud (...) Nos toca parir así de forma normal en compañía de las otras mujeres que son las que nos ayudan”, relató.

Piedras gigantes rodean la comunidad indígena.
Diana Cabrera

Pese a las necesidades esta comunidad en el Vichada ha logrado sobrevivir aprovechando los recursos naturales y las enseñanzas de sus ancestros.

Subrayó que, tras esta problemática, la única solución es irse los días previos al municipio de Puerto Carreño en busca de ayuda médica.

“A las mujeres que les llega el tiempo (de dar a luz), (cuando) casi que les falta el mes, se van para (Puerto) Carreño porque aquí no llega la ambulancia. Ellas se van para el pueblo a esperar que tengan el bebé para retornar a su casa aquí en Tuqueque Roncador”, señaló.

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Medio para subsistir

Las artesanías no solo son una fuente de ingresos para las mujeres indígenas sino que también para mantener sus tradiciones y su cultura.

“Aquí vivimos de la pesca y la siembra de yuca, plátano y popoche, pero pescamos en los ríos cercanos. Allí cogemos bocachico, colirrojo y la payarita. Cuando estamos en tiempo de inundación, (pescamos) las palometas, los morocotos y los bagres (...) son muy ricos y vitamínicos, llenos de calcio”, contó.

La comunidad Tuqueque Roncador hace parte de los 105 pueblos indígenas que existen en Colombia y que solo esperan el apoyo de las autoridades locales y nacionales para conservar su cultura y sus tradiciones, en una región que protege su riqueza natural.

“Las mujeres se dedican a las artesanías, esas que se llaman paneras. Son como unas poncheritas que son redondas, pero también hacemos mochilas para cargar cuadernos, libros y unos bolsos”, sostuvo.

Dijo que las mujeres que las realizan sufren mucho, al no tener herramientas de trabajo básicas como las ollas y las agujas para realizar sus artesanías, en un proceso que podría tardar un mes.

“Nosotros buscamos la palma de moriche, cortamos el cogollo y sacamos la tela, luego la cocinamos, la ponemos al sol para luego torcerla y sacar la cabuya. Por eso necesitamos además la peinilla que es el machete, las botas, las agujas y las ollas grandes para hacer más artesanías y llevarlas a vender”, indicó. 

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La lengua tradicional de esta comunidad indígena es el ‘amorua’, la que los adultos le enseña a los niños. Para ello, lograron que un profesor de la región de su misma cultura lo pueda enseñar a las nuevas generaciones.

El nombre de Tuqueque Roncador es muy importante para esta comunidad, al considerar que fueron sus ancestros y la madre naturaleza las que bendijeron a estas familias.

“Aquí estamos rodeados de unas enormes piedras que les decían ‘jurjurro y boto roncador’, porque había un animal que roncaba en estas rocas y por eso le pudieron roncador”, explicó. 

Los niños también son parte importante de esta comunidad indígenas. Ellos carecen de ropa y zapatos; a esto se le suma la falta de útiles escolares y un balón de fútbol para poder jugar, teniendo en cuenta que el que tenía era de goma y se les desinfló.

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