Uribe (Meta): el paraíso que la guerra escondió
El territorio, que fue 'santuario' de las Farc, abre sus puertas de paisajes y cascadas extraordinarios y turismo de aventura.
La Sierra de La Macarena, en el Meta, abraza los municipios de Uribe, Lejanías, Mesetas, Vista Hermosa y San Juan de Arama, pero también es corredor hacia el Caquetá, Huila, Tolima y Cundinamarca, siendo uno de los lugares geoestratégicos más importantes de Colombia.
Históricamente toda la región ha sido camino y refugio de miles de campesinos, indígenas, colonos, aventureros y misioneros, pero también de compañías explotadoras de caucho, quina y petróleo.
Con el transcurso de los años, las Farc se asentaron en toda la zona del Guayabero y fueron ganando espacios, hasta tener el dominio militar de vastos terrenos.
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En la década de los 70 establecieron su santuario en Casa Verde. Durante la zona de distensión, decretada por el presidente Andrés Pastrana para dialogar con esa guerrilla, el grupo armado se fortaleció y, tras el fracaso de las negociaciones de paz, el conflicto se recrudeció y el territorio se convirtió en zona de guerra.
Hoy gracias al proceso de paz con las FARC, estas poblaciones de la serranía de La Macarena gozan de tranquilidad.
En Mesetas, aún quedan algunas huellas de las bombas y las balas, pero hoy en sus calles hay música, los niños juegan, el comercio ha crecido, y como nunca antes, llegan foráneos, travesías en bicicleta y motocrosistas que se internan en caminos que antes nadie se atrevía a cruzar.
Un joven nos da la bienvenida. Se llama Yeferson Oliveros, hace parte de una alianza de agencias locales de turismo que están promoviendo este destino. Cuenta que durante la zona de distensión la guerrilla era la que mandaba. “La gente no se podía mover libremente, había horarios para transitar, mucha zozobra, minas, cobraban impuestos, enfrentamientos entre el Gobierno y la guerrilla”.
Dice que hoy todo es distinto, ahora todo es tranquilo, y se puede disfrutar de las cascadas, los ríos y el paisaje que durante mucho tiempo estuvieron vedados a los extraños.
Tras la breve estadía en Mesetas partimos rumbo a Uribe. Son apenas 53 kilómetros, pero de ahí en adelante la carretera es destapada y con mucha piedra; un bus tarda entre 5 y 6 horas para cumplir el trayecto.
En la mitad de camino está el corregimiento de Jardín de Peñas. El puente sobre el Río Guaje da la bienvenida; por abajo se contempla el majestuoso caño La peña que se desliza sobre piedras gigantes.
La mayoría de sus casas son de madera. Este sitio fue paso obligado de la guerrilla, muchos de sus niños y jóvenes fueron reclutados por las Farc. Muchos también murieron en la guerra.
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En una esquina en un billar está Félix Pedraza, habitante del caserío y dueño del establecimiento. Señala que ahora se vive tranquilamente, la gente está dedicada a la caficultura y la ganadería. Muchas casas ya son de material gracias a que con el café han mejorado los ingresos.
Pedraza recuerda que años atrás en los alrededores había enfrentamientos a bala y bombardeos, hoy ya es cosa del pasado.
Salimos de Jardín de Peñas y emprendemos el viaje a nuestro destino final. Por fin, tras tres horas de camino, una valla nos recibe: Uribe corazón de la paz.
Flaminio Castellanos fue uno de los fundadores de Uribe. Hoy preside de la Asociación de Cafeteros. Nació en la vereda Ucrania hace 65 años, mucho antes de la fundación de Uribe.
“A los seis años pasé por aquí con mi papá, cuando se terminó la violencia en el 53. Él no quiso ingresar al Partido Comunista que se estaba formando y entonces se separó con 21 familias y bajamos a fundar a Mesetas ,” recuerda Castellanos.
Municipio de Uribe, en Meta
Asegura que Uribe debe su nombre a una sociedad de dos señores: Uribe y Herrera, quienes recibieron la concesión para explotar quina y caucho desde Colombia (Huila) y por el río Ariari. “Cuando se separaron, Herrera quedo en el filo de la Cordillera hacia el Huila y Uribe, del filo hacia acá. Los jesuitas que entraban por aquí lo llamaron Uribe”, recalca don Flaminio.
Agrega que durante la zona de distensión a la gente le enseñaron a cultivar hoja de coca, pero cuando se acabaron los diálogos, vino la ocupación del Estado y se acabaron los cultivos ilícitos.
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"Entonces por las dificultades para la agricultura debido a las malas vías, la gente se dedicó a la ganadería porque es fácil sacar el ganado a pie y a los cultivos de café , que aguantan y pagan los fletes”, subraya el caficultor .
Acota que ahora que se terminó el conflicto, y después de 52 años de guerra, se vive absoluta tranquilidad, hay más caficultores, se están construyendo más casas de material y se están recibiendo muchos turistas.
“Y gracias a Dios no hay disidencias, ni paramilitares, ni bacrim. Ojalá continué el proceso de paz y podamos contarles historias a los que vienen y ofrecerles un café”, señala.
Amderson Tapiero y Blanca Soler son una pareja de esposos. Crearon su propia empresa “Cristales Travel and Adventure”, dedicada al turismo con planes de aventura en cascadas y ríos, caminatas ecológicas y una visita a una finca de reincorporados, para hacer memoria en lo que antes fue un santuario de las Farc.
Video cascada 'Cortinas del diamante'
Sobre una colina donde divisamos a Uribe y sus alrededores, Amderson recuerda cómo de niño y joven vivió el terror, al quedar en medio del fuego y las bombas que disparaban desde montañas opuestas, la guerrilla y el ejército.
Tras unos minutos de recorrido se llega a la cascada Cortinas del Diamante, un magnífico lugar para bañarse y tomar fotografías. José Forero es de Muzo (Boyacá). Es dueño del predio donde está esta maravilla natural. Con la empresa de Amderson han hecho una alianza, recibe pago por cada persona que ingresa al lugar y él le hace mantenimiento una vez salen los visitantes.
A unos kilómetros de Uribe, en lo alto de una montaña en la Vereda el Diamante, está un punto de reincorporación. Nicanor Buitrago, cuyo alias de guerra en el frente primero era 'Omar', ahora dirige una cooperativa que integra a 152 ex combatientes. Además de proyectos productivos también ofrece hospedaje y ecoturismo.
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Video finca cooperativa ex combatientes Farc
En la finca tienen vacas, marranos, piscicultura y apicultura, pero además ofrecen servicios de construcción para hacer puentes y alcantarillado. Lo único que queda del paso por la guerrilla, son pinturas. En una de ellas aparece Manuel Marulanda y, en las otras, un guerrillero abrazando a su madre y una mujer de camuflado cuidando a su pequeño hijo.
Leidy Lorena estuvo más de diez años en las Farc donde se formó como enfermera, lo que le valió ir a Cuba para cuidar la convalecencia de Timochenko. Hoy administra la finca del punto de reincorporación en Uribe.
Dice que llegaron al lugar porque en los espacios territoriales no tenían el apoyo económico para cumplir sus proyectos.
Video Blanca Soler, promotora de turismo en Uribe
“Aquí trabajamos en conjunto. La idea es empezar a producir porque hasta el momento el Gobierno no nos ha garantizado lo que se acordó en La Habana. Tenemos que demostrar que estamos cumpliendo con nuestra palabra que es la paz; entonces desde hechos sencillos como cultivar nosotros mismos con lo poco que nos solventamos pues empezar a producir para nosotros”, enfatiza Leydy.
La vida para todos los habitantes de la región cambió completamente, hoy la Sierra de La Macarena y sus alrededores es un remanso de paz. Cada vez más aumenta el número de turistas que están llegando a descubrir uno de los paraísos que la guerra había escondido.
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Crónica Jairo Tarazona La Uribe Meta Ecoturismo Mar 29 2019
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